Los días habían pasado sumamente rápido; se convirtieron en semanas y esas semanas se habían convertido exactamente en un mes. Quedaban tres semanas para la boda y todo era un completo caos. Su madre y la mía se encontraban desquiciadas con todos los preparativos. La boda se llevaría a cabo en el jardín de la mansión de los Ford y habían invitado alrededor de 300 personas. Alexander y yo hemos estados tan sumergidos en el trabajo para evitar entrar aquel estrés. Algunas noches se ha quedado en mi apartamento a dormir, pero no ha pasado de allí. He descubierto un Alexander que desconocía por completo, aunque no se si sea parte de su actuación en esta farsa que tenemos en común. —¿En qué tanto piensas? Levanto la mirada encontrándome con Fanny la cuál entra a mi oficina. Ella pasa su