Horas más tarde, cuando el avión aterrizó en París, Anne sintió una mezcla de nerviosismo y emoción. La ciudad de sus sueños estaba finalmente a su alcance, pero la realidad de estar sola en un lugar nuevo también se hacía presente. Mientras esperaba a que los pasajeros desembarcaran, sacó su teléfono y envió un mensaje a Teodoro: "He llegado bien. El vuelo fue tranquilo. Te extraño ya."
No tuvo que esperar mucho para recibir una respuesta. "Me alegra saber que estás bien. Te extraño también. Recuerda que siempre estoy aquí para ti."
Las palabras de Teodoro le dieron una sensación de consuelo en medio de la incertidumbre. Con cada paso hacia la salida del aeropuerto, Anne sentía cómo se entrelazaban sus emociones: la euforia de estar en París y la tristeza de estar lejos de Teodoro. Cada
