Observando a su amigo dormir luego de haberle sido administrado un calmante más fuerte para que así permitiera a los doctores y enfermeros atendieran sus heridas tras volver al hospital, Aiden suspiró pasando una mano por su rostro, sintiéndose totalmente frustrado, cansado y molesto.
No había querido que Devak se enterara de todo de aquella manera, mucho menos que tuviera que presenciar la horrible verdad de esa maldita familia, con sus estúpidas padres y una infiel esposa que, a pesar de todo, seguía manteniendo su papel de víctima con todos.
Ya no le importaba si Denise se había dejado engañar por las palabras de Brandon o realmente era una mosquita muerta, lo único que quería, era alejar a todas esas víboras de la vida de Devak para que este se pudiera recuperar totalmente.
Pero el mejor que nadie conocía la verdad, si Devak no quería irse, simplemente no iba a poder convencerlo de lo contrario, por algo había escapado del maldito hospital solo para averiguar qué era lo que no le estaba diciendo, encontrándose con aquella horrible verdad.
Arrojando un suspiro, el alfa contestó la llamada de Alan con una anticipada mueca ante el regaño del hombre mayor.
—¿Lo encontraste? —cuestionó.
—Sí, fue a su casa —anunció, observando a su amigo antes de retroceder un paso para quedar fuera de la habitación, pero no tan lejos como para no mantener un ojo sobre Devak—. Descubrió todo.
—¿Qué quieres decir?
—Llegó cuando estaban celebrando el cumpleaños de Brandon, por lo que encontró al par de traidores malditos todos amorosos y a sus padres animándolos como si nada estuviera mal —explicó—. Cuando llegué, había destruido todo el lugar y los vecinos habían llamado a la policía —contó—. Afortunadamente estos supieron ver la situación realmente y como de mal se encontraba Devak, así que en vez de llevarlo a la comisaría como planeaban hacer, lo llevaron devuelta al hospital.
—¿Cómo se encuentra mi muchacho? —preguntó, bajo.
—Si creía que estaba mal antes, entonces ahora... —negó con dolor—. Siento que se ha terminado de romper, Alan.
—Mi muchacho es fuerte, Aiden, no dejará que esto lo derrumbe —aseguró.
—Dices eso porque realmente no lo viste ahí, parado en medio de su jardín —indicó—. Se veía tan solo, perdido... Fue como si la última esperanza, la única razón que tenía para seguir luchando, se la hubieran arrebatado cruelmente —explicó—. Y si lo piensas, es así. Él confiaba en Denise y esta le traicionó con su propio hermano menor. Esperaba que sus padres estuvieran ahí para él, y estos prefirieron estar para Brandon.
—Tal vez los otros le han abandonado, pero nosotros no lo hemos hecho, ni lo haremos —anunció—. Y si tengo que obligar a esa cabeza dura a entender que no está solo, entonces lo haré —expresó—. ¿Qué te dijo la doctora de sus heridas?
—Me regaño mucho, me gritó y dijo unos cuantos insultos, ya que no podía descargarse con su paciente —resopló—. Pero luego me dijo que había abierto sus malditas heridas y que temía que la más grave en su estómago se hubiera infectado, el estúpido también perdió mucha sangre durante todo el trayecto, por lo que le tuvieron que hacer una transfusión —explicó—. Luego del sedante pudieron tratarlo y va a estar bajo observación para descartar la infección.
—En unos diez minutos más debería de estar llegando —anunció—. Tengo el presentimiento de que esto no se quedará simplemente así, por lo que sería bueno que hables con la doctora para no dejar entrar a Denise ni a sus padres, si le explicas la situación, creo que entenderá.
—¿Realmente crees que alguno de ellos tenga la cara como para aparecer por aquí luego de lo que hicieron? —espetó con mal humor, sin poder evitar observar a su alrededor, buscándolos.
—Conozco a Erick, es un idiota que cree que siempre tiene la razón, querrá visitar a Devak solo para obligarle a aceptar la nueva relación de su hermano y esposa, espero que ex pronto —explicó.
—Oh, estoy seguro de que pedirá el divorcio tan pronto como recupere la consciencia nuevamente —aseguró y percibió como el cuerpo de su amigo se agitaba levemente en la camilla—. Mantendré un ojo y le diré a la doctora que no los deje entrar —prometió—. Tengo que dejarte, creo que Devak está teniendo una pesadilla otra vez —explicó antes de cortar rápidamente la llamada sin escuchar respuesta alguna.
Entrando en la habitación, rápidamente la cruzó para estar al lado de su amigo y contempló como el alfa se comenzaba a agitar bruscamente en la cama mientras murmuraba pequeños "no" y otros "lo siento" junto a "por favor, no los lastimen".
—No. No. No. ¡NO! —gritó Devak, sentándose de golpe en la cama.
Cuando vio a alguien cerca de la camilla, inmediatamente comenzó a luchar para que el bastardo lo soltara y no lo lastimara más.
—¡Soy yo, Devak! ¡Aiden! —gritó aquella voz, afirmándolo de los hombros mientras lo sacudía suavemente.
—No me toques —gruñó apartándose y retrocediendo en la camilla, alejándose del otro alfa.
Jadeante, observó desesperadamente a su alrededor y gruñó cuando más personas intentaron entrar en su habitación.
Estaba ocurriendo otra vez.
Lo estaban atrapando nuevamente.
—Devak, mírame —ordenó Aiden colocándose en su campo de visión, pero sin intentar tocarlo esta vez—. Solo mira a tu alrededor, amigo, ya no estás atrapado, tus enemigos ya no se encuentran aquí, estás a salvo —expresó.
—¿Dónde? —cuestionó, observando a su alrededor y luego a su amigo.
—Estás en el hospital, tuvieron que sedarte para poder tratar tus heridas —le recordó—. Vamos, será mejor que te vuelvas a recostar si no quieres volver a abrir tus puntos para que esa doctora entre y nos regañe a los dos —le sonrió leve.
—¿Me rescataron? —preguntó, parpadeando un par de veces.
—Sí, lo hicieron, ya estás a salvo —prometió.
Asintiendo despacio, Devak lentamente se movió en la camilla hasta que se volvió a recostar en esta.
Cuando observó al grupo de personas esperando en la puerta, se tensó visiblemente, odiando estar siendo observado.
—Largo —gruñó, y el grupito saltó levemente del susto.
—Deja que uno revise tus heridas —anunció la doctora que lo había estado atendiendo todo ese tiempo—. Y tú, ven —ordenó señalando a su amigo—. Necesito hablar contigo de algo importante.
—Tú solo... No intentes hacer alguna otra locura —pidió Aiden, observando al alfa en la camilla—. Tu tío Alan debería de llegar pronto, por lo que solo debes de esperar —indicó antes de apartarse, saliendo de la habitación junto a la doctora y al grupito que había estado amontonado en la puerta.
Observando con el ceño fruncido la puerta, Devak hizo una mueca cuando el golpe de su pesadilla finalmente desapareció y el dolor lo abordó intensamente.
El joven enfermero que se había quedado inmediatamente corrió a su encuentro y comenzó a revisar sus heridas, pero en cuanto el aroma dulzón del omega golpeó su olfato y sintió sus dedos temblorosos sobre su piel, algo dentro de él se agitó molesto.
—Apártate —ordenó.
—Pero yo... Necesito revisar sus heridas, señor Haskell —explicó con voz bajita, sin poder mirarle directamente a los ojos.
—Estoy bien, solo dame algo para el maldito dolor y apártate de mi vista —expresó molesto.
—Pero yo... —insistió, pero rápidamente guardó silencio cuando sus ojos se encontraron con aquellos azules casi sin vida, que ya no reflejaban absolutamente nada—. Está bien... —murmuró y se acercó al soporte del suero.
—No quiero nada más de tranquilizantes —advirtió tras recordarlo.
—Sí, señor Haskell —respondió sumisamente—. Está listo, la doctora vendrá en breve para volver a revisarlo —prometió y se retiró rápidamente de la habitación para el alivio del alfa.
Cerrando sus ojos un momento, dejó escapar un leve suspiro y luego sus labios se arquearon hacia abajo con puro disgusto cuando un aroma familiar apareció.
Un aroma que, en su momento, le hizo sentirse tan querido y protegido como cada cachorro debería de sentirse con su padre, pero que, en ese instante, no producía nada más odio, desagrado y resentimiento.
—Vete —ordenó, sin siquiera tomarse la molestia de abrir sus ojos para contemplar a su padre.
Las emociones dentro de él aún estaban luchando como para observarlo, y lamentablemente, el lado oscuro lo estaba arrastrando cada vez más, hundiéndolo, por lo que en ese momento, no estaba seguro de lo que podría hacer si su padre decía alguna estupidez más.
Soltando un suspiro, Erick se adentró más en la habitación.
—Hiciste un escándalo en tu propia casa porque no te venía a visitar, y ahora que estoy aquí, me estás echando —expresó.
Observándolo, Devak sintió como su pecho se iba enfriando cada vez más en un fuego intenso al ver a su padre luciendo tan distante y estoico.
¿A caso estaría igual si Brendan estuviera en su situación?
—Los necesitaba antes, no ahora —respondió sintiendo como cada sentimiento cálido por el hombre frente a él, se iba apagando lentamente, dejando otros oscuros en su lugar—. En este momento, no deseo verlos, ni siquiera si estoy al borde de la muerte —expresó.
—Mira, sé que estás molesto y dolido con todo esto, pero soy tu padre, Devak, y también lo soy de tu hermano Brandon —indicó—. No me puedes pedir que escoja entre los dos cuando lo único que deseo junto a tu madre es que ambos sean felices.
"¿Escoger?" pensó Devak, y sus labios se arquearon en una sonrisa irónica y fría.
—No es necesario hacerte escoger nada —pronunció—. Ambos hicieron su elección el mismo día en que fueron informados de mi situación y ni siquiera se tomaron la molestia de venir a visitarme —argumentó.
—Estabas inconsciente, ¿qué vas a saber tú si vinimos o no? —objetó—. Nosotros l-...
—No uses tu asqueroso aliento para mentirme —interrumpió, haciendo puños sus manos para controlar la furia que le estaba invadiendo—. Cada vez que abrí los ojos llamando por mamá, tú y Denise, no eran ustedes quienes aparecían a mi lado, fueron el tío Alan y Aiden, nadie más. Así que no intentes fingir que eres un padre preocupado por mí, porque ambos sabemos la verdad.
—Tch —chasqueó su lengua—. No menciones el nombre de ese tipo —espetó con desagrado—. Alan no tiene nada que pintar aquí, y no es necesario que vuelva.
—Tú eres el que ya no es necesario aquí —corrigió—. Son ustedes a quienes no deseo ver —expresó con tono frío.
—Ahora, solo estás siendo infantil porque te encuentras enojado —pronunció con un tono bajo y comprensible—. Entiendo que no puedas estar feliz por tu hermano, considerando todo lo que has pasado, pero deberías de darle la oportunidad de entender lo que ellos han pasado también, tú no eres el único que ha sufrido —expresó.
Devak parpadeó mientras observaba el rostro de su padre, quien no mostraba ninguna expresión de arrepentimiento o culpa por sus palabras.
"Él realmente cree esa mierda" pensó, sintiendo como algo más dentro de él se rompía y luego tiraba de él más abajo en esa densa oscuridad.
—Sé que estás teniendo problemas para aceptar todo esto, Devak, pero Brandon es tu hermano menor, y Denise es tu espos-...
—Ni siquiera te atrevas a terminar esa frase —interrumpió sintiendo un horrible vacío en su pecho—. En vez de ponerte tanto en la situación de tu querido Brandon, tal vez deberías de recordar que yo también soy tu hijo y colocarte en mi lugar —espetó—. ¿Cómo te sentirías si al volver a tu casa te encuentras con que tu esposa se acostó con tu hermano?
—No te atrevas a hablar mal de tu madre —gruñó.
—Esa misma rabia que sientes de solo pensarlo, multiplícalo por mil, y tal vez podrás comprender, aunque sea una parte de cómo me estoy sintiendo en este momento —expresó—. Claro que para mí es peor, ya que mi supuesta esposa no fue la única que me traicionó.
—Nosotros no te traicionamos, solo estábamos esperando la oportunidad correcta de contarte todo —explicó—. Ya viste como reaccionó Denise cuando apareciste en la casa, como se desmayó ante tus duras palabras, es una omega en cinta, por dios, Devak.
—¿¡Y por qué debería de preocuparme por ella!? —estalló, sobresaltando a su padre, quien inmediatamente retrocedió observándole con sorpresa—. ¡Dime! ¿Por qué jodidos debo de preocuparme por esa sucia omega? ¿Por qué lo haces tú siquiera? —exclamó—. ¡Yo soy tu jodido hijo!
—Devak, no te muevas, puedo ver como las vendas se manchan con sangre —indicó intentando tranquilizarlo, pero sin lograr acercarse.
El aroma de Devak había salido en oleadas por el enojo, y estaba denso dentro de la habitación junto a un toque ácido y fuerte que demostraba toda su furia.
Era un aroma tan denso, y lleno de feromonas amenazante que tenía a Erick clavado en su lugar sin poder moverse.
—Entonces deberías de irte —anunció—. Si dices una cosa más, una estupidez más, seriamente yo podría hacer algo con mis manos —expresó fríamente, observándole sin sentimiento alguno, como si hablara con cualquier desconocido.
—S-soy tu padre... M-me necesitas aquí —expresó, sintiendo el poder de su hijo emanar de su cuerpo, como si quisiera demostrarle su superioridad como alfa más fuerte a pesar de estar lastimado.
—Antes lo hacía —respondió—. Pero no estuvieron para mí en ese momento, ninguno de ustedes —le recordó y sus labios se torcieron con disgusto al reconocer la femenina figura del otro lado de la puerta—. No sé qué haces aquí, pero es perfecto —anunció.
—No le digas nada —pidió su padre al seguir su mirada—. Por favor, no le hagas nada, ella...
—Ella vino por su propia cuenta —le recordó, y un amargor rodeó el aroma de Devak al saber que su padre pensaba que podía lastimarla.
No importaba cuan jodido estuviera, cuantas ganas tuviera de lastimar a todos, nunca lastimaría a un omega, menos a uno esperando.
—Yo...
—No hables. —ordenó callando a Denise—. A partir de este momento, no quiero que me mires, hables o siquiera respires en la misma dirección que yo, hazme el puto favor de recibir a mi abogado cuando este aparezca y firma los papales de divorcio, porque no quiero estar más tiempo unido a un ser tan despreciable como tú —expresó lleno de desagrado y desprecio.
—Lo siento...
—Un lo siento no arreglará nada —espetó Devak, despidiéndola con un gesto de mano.
—Devak —exclamó su padre cuando contempló a su cuñada correr con rostro lleno de lágrimas nuevamente.
—Síguela y desaparece de mi vista, no quiero saber nada más de ustedes —ordenó volviendo a acomodarse en la camilla, recostándose al sentirse cansado.
Ese maldito enfermero le había dado algo más que solo sus medicamentos para el dolor.
—Ya escuchaste al muchacho, Erick —anunció Alan entrando en la habitación—. Será mejor que te largues.
—¿Qué haces tú aquí? —exclamó observándole enojado.
—Vine a ver a mi muchacho, ¿qué más? —bufó—. Algo que tú no habías hecho hasta ahora.
—No es tu hijo —bramó.
—Y aun así, prefiere que yo esté aquí antes que tú, ¿o me equivoco? —preguntó observando a su sobrino, luciendo totalmente cansado en la camilla.
—Sácalo de aquí, tío —pidió—. No quiero estar más cerca de basura tan desagradable como ellos —expresó cerrando sus ojos.
—¿Qué crees que haces? —espetó Erick, luchando contra el agarre de Alan.
Pero mientras el cuerpo de Erick solo estaba en forma, Alan era firme, duro y áspero en todos los lugares correctos tras haber estado viviendo y trabajando en su rancho, por lo que fácilmente pudo superarlo y sacarlo de la habitación.
Cerrando sus ojos, Devak escuchó a su padre y su tío discutir fuera de la habitación, pero no pudo realmente prestar atención a sus palabras cuando el sueño lo estaba consumiendo lentamente, arrastrándolo a aquel lado oscuro al que tato está intentando huir sin éxito.