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PRIMER LIBRO DE LA SAGA "LAS 4 ESTACIONES DE LOS LOBOS" MI LOBO DE INVIERNO ************* OBRA REGISTRADA BAJO EL CÓDIGO 2101206643935. PROHIBIDA SU DISTRIBUCIÓN TOTAL O PARCIAL SIN LA AUTORIZACIÓN DEL AUTOR. "NO PDF" ************* ¡ADVERTENCIA! ESTA HISTORIA PUEDE CONTENER LENGUAJE INAPROPIADO Y VIOLENCIA PARA ALGUNAS AUDIENCIAS. SE SOLICITA DISCRECIÓN. POR FAVOR NO ROMANTICEN LA VIOLENCIA, ESTO ES MERA FICCIÓN. HISTORIA ESCRITA POR L.G.L (Lilí) ************* CAPÍTULO 1 Otra vez ese sueño, mi lobo volviendo a casa. No lo había tenido en vario tiempo, pero los eventos del día anterior me habían hecho recordarlo. Desperté y clave mi mirada en los colgantes que tenía sobre el techo. El pequeño lobo blanco que había hecho con cartón giraba con delicadeza. Miré mi reloj, ya era hora de levantarme y alistarme para la escuela, escuche como mi abuela comenzaba a andar por el pasillo. Unos segundos después abrió la puerta de mi habitación, la puerta chirrió y su rostro ya arrugado por el tiempo se asomó con visible alegría. ― Annie, cariño. Ya es hora. ― Me apremió con dulzura. Mi nombre es Annie, Annie Rowan. Trágicamente cuando cumplí 3 años mis padres murieron en un accidente automovilístico, yo estaba en el auto, pero por algún milagro me salve. Tengo abuelos maternos, una tía y primos, pero los veo de vez en cuando. Mis abuelos paternos fueron quienes se quedaron con mi custodia. Yo no tengo recuerdo de mis padres, lo único que tengo son las viejas fotos de mi álbum. Mi abuela dice que papá y mamá se conocieron en la universidad, que fue un amor a primera vista. Las fotos hablan por sí solas, eso se nota a la perfección en cada mirada y sonrisa cómplice que se muestran en ellas. Mis abuelos paternos, Elliot y Margaret, me han cuidado con el suficiente amor y paciencia que no hubo razón para que yo creciera triste por la pérdida de mis padres. Vivimos en Green Cold, un pueblo rodeado de bosque espeso, donde los inviernos son sumamente duros. Por si fuera poco, la casa de los abuelos esta en las profundidades de este. Vivo en una cabaña y no es muy grande, pero me encanta, es acogedora y ahí me he criado, por lo que es el único lugar que veo como mi hogar. El abuelo me contó que la abuela vivé aquí desde que era una simple bebé, algunas veces cuando jugaba de pequeña me imaginaba a mi abuela en su versión de niña, una niña pelirroja y llena de pecas corriendo junto a mí. ― Ten un lindo día. ― Me dijo el abuelo a modo de despedida cuando cruce la puerta. Yo me despedí de el con un beso al aire. Mientras caminaba por el sendero no pude evitar mirar entre los árboles, aun guardaba la esperanza de que mi pequeño lobo blanco apareciera. Y por otro lado tenía miedo de que el apareciera. Cerca de la víspera navideña de 2005, una terrible nevada azoto el pueblo y una mañana frente a nuestra puerta, encontramos a un pequeño lobezno. Tenía frío y estaba muy flaco. Al principio se puso violento y no quería que lo tocaran, era un lobo extraño, su pelaje era blanco, más blanco que la nieve y sus ojos, ¡Dios! Nunca he visto un lobo con ojos verdes. El abuelo se encargó de sus cuidados y por un tiempo ni la abuela ni yo fuimos capaces de acercarnos a él. El día de noche buena, tuve la fantástica idea de salir a jugar...salir a jugar sola, sin avisar y en plena nevada. Y pasó lo que le hubiera pasado a una niña de 7 años que no conoce bien los alrededores, me perdí. La nieve hizo que me confundiera y como mis huellas habían sido borradas, no supe como regresar. La tormenta empeoro y el abuelo no pudo encontrarme. Me resguarde bajo las raíces de un enorme árbol y entonces lo vi, el pequeño lobezno fue quien me encontró. El frío comenzó a congelarme y el lobezno se colocó encima de mí, me dio su calor y así me salvo. El abuelo nos encontró varias horas después. Se decidió que al lobezno lo seguiríamos cuidando. Iba en contra de las leyes de la naturaleza, pero ¿Qué podíamos hacer? No tenía una manada, y era probable que no consiguiera una. Y si lo entregábamos a un albergue, muy seguramente lo tratarían mal. Estaba mejor con nosotros, pero a decir verdad, mis continuos berrinches hicieron que los abuelos accedieran. A partir de entonces, el lobezno y yo nos hicimos inseparables, así que lo nombre Dan, el nombre era corto y práctico para mí. Pase casi un año con él, un año en el que vi como paso de ser un lobezno flaco a uno fuerte y valeroso. Constantemente me enseñaba a ser valiente, me enseñó a cruzar ríos y recorrer el bosque sin perderme... Fueron los mejores momentos de mi vida. Pero no todo siempre es perfecto y un día de otoño, un lobo n***o apareció, era enorme y provocaba miedo, ese lobo se llevó a mi Dan, no pudimos hacer nada. Cuando el se acercó, Dan agacho sus orejas y metió la cola entre las patas, el abuelo no se acercó, el otro lobo le mostró los colmillos y erizo su pelaje, arrinconó a mi lobezno y se le llevo a lo profundo del bosque. Lloré y trate de correr tras él, pero el abuelo me detuvo. Y perdí de vista a Dan. ― ¡Dan! ¡Vuelve!― Grité con todas mis fuerzas. Y de la lejanía, solo pude recibir en respuesta el triste aullido de Dan, tan melancólico, tan doloroso. ¿Qué pasó con él? Aún no lo sé, pero su recuerdo permanece intacto en mi mente, sus lametadas en mi mejilla, sus movimientos de cola al estar emocionado y el sonido de sus pisadas en la nieve... Tengo la esperanza de volverlo a ver. Pasaron los años y entre al colegio, pero esos... Esos fueron los peores años de mi vida, a los 10 me volví el juguete favorito de Melissa, la chica más popular, nacida para dominar, alta, bonita y sobre todo egoísta. Me odia y ni siquiera sé porque. Un día incluso cortó mi cabello. ― Tu cabello es una porquería. ― Dijo cuándo con unas tijeras me corto la coleta. Recogió un poco de mi cabello y me lo arrojo a la cara mientras se burlaba. Desde entonces uso un gorro que cubre toda mi melena, así que nadie sabe cómo es mi pelo. Que lo tengo color avellana y largo. Nadie lo sabe. A los abuelos jamás les dije que ella y su séquito me molestaban, los amo tanto que prefiero que no lo sepan. Para encubrir lo del cabello dije que me lo corte yo sola, para ver cómo me veía. La abuela lo emparejó y me dio un gorrito que ella misma tejió. Así que los gorros que uso, todos son de la abuela. Salgo cada mañana con el cabello suelto y el gorro puesto. Me despido de ellos, y a la mitad del sendero que une la cabaña con el pueblo, escondo todo mi pelo. Con el tiempo descubrí que gracias a eso no se meten conmigo, el traerlo así me da un aspecto temerario y de vago. Así no me molestan. Ahora estoy en el instituto, en segundo grado. Mi único amigo se llama Daniel, es sordomudo. La gente se metía con él, yo lo defendí y desde entonces somos muy unidos. Él es delgado y un poco más alto que yo, tiene el cabello rubio y los ojos marrones. Me enseñó lenguaje de señas y así es como hablamos. Es cómodo, porque nadie sabe lo que decimos. En el instituto también está Melissa, pero por ahora ella no se fija en mí. Me mira con odio, pero nada más. El día de ayer, mi primer día de clases como alumna de segundo año ocurrió algo que seguramente me cambiara la vida, y hablo de cambiarla para mal. Estaba almorzando en la cafetería con Daniel, él se burlaba de mí diciendo que Melissa lucia más "pechugona" que el año pasado, mientras que yo seguía como tabla de surf. ―Voy por un jugo, ¿Quieres?― Me dijo en lenguaje de señas. Respondí que no. Se dio la vuelta y fue a la máquina expendedora. Me distraje por un momento, pero un fuerte ruido me hizo volver, mi vista viajo en busca de lo que lo provoco y paró en un grupo de muchachos que estaban en el mismo lugar a donde fue Daniel. Me levante y me abrí paso. ― ¡Discúlpate ahora! ― Escupió furioso un sujeto alto y fornido a mi amigo. Tenía una mancha de jugo en su camiseta blanca. Daniel bajo la cabeza y le pidió perdón con señas, claro que el muchacho que estaba frente a él no le entendió. ― ¿No lo harás?― Volvió a decir, pero esa vez tomó a Daniel de la sudadero y lo levantó. Aunque todos sabían que mi amigo no podía hablar, nadie se atrevió a decir o hacer algo. Molesta me abrí paso completamente y me plante frente al tipo irritante y lo separe de Daniel. ― ¡Él no puede hablar, es sordomudo!― Le dije intentando sonar lo más furiosa que pude, aunque me moría del miedo. El muchacho era demasiado alto y tenía unos prominentes músculos. ― Esto no tiene que ver contigo, machorra.―El...Me llamo machorra. Eso era algo que destetaba, que me juzgarán por mi apariencia. ―Claro que tiene que ver, él es mi amigo. Déjalo tranquilo.― Su mirada se detuvo para estudiarme haciendo que sus ojos se encontraron con los míos, tenía ojos verdes, de un verde que solo he visto una vez en la vida. ― No quieres problemas conmigo, muévete.― Y me empujo contra la máquina. No sé cómo paso, pero mi cuerpo reaccionó. El chico planeaba plantar en el abdomen de Daniel un golpe, pero me adelante y arremetí contra él, dándole un fuerte puñetazo en la cara. Calló al suelo y la multitud quedo estupefacta, tome a Daniel y salí de allí lo más rápido que pude. Pero desde la distancia escuché su amenaza. ― ¡Te vas a arrepentir, no sabes quién soy yo! Cuando nos alejamos lo suficiente Daniel se detuvo y me miró con terror en los ojos. Supe entonces que algo no estaba bien. ― ¿Estás loca? Debiste dejar que me golpeara, ¿No sabes quién es?―Daniel lucia pálido y le costó lo suyo hacer las señas para decírmelo. ―No, tu estás loco. ¿Cómo iba a dejar que te golpeara? Y no, no sé quién es ese granuja.― La verdad ni me importaba, Daniel era mi amigo y no dejaría que lo maltrataran de nuevo. ―Annie... Es nuevo en la escuela y ya todos saben quién es. ― ¿Ah sí? Me vale un comino. Yo no lo conozco ― Es el hijo de un poderoso mafioso. Bueno... Quizá ahora no me valía un comino, pero no contaba con que era un junior mafioso. ―¿Qu…Qué?―Pregunté. ―Lo acaban de transferir. Hasta los directivos le tienen miedo. ¿Qué vamos a hacer, Annie?― Ahora estaba muerta de miedo, ese grandulón era peligroso, pero no me arrepentía de lo que hice. ― ¡Vamos! Tú no te preocupes, yo me encargo de solucionarlo.― El rostro de mi amigo seguía pálido, tenía que hacerle sentir que estaba seguro y que no volvería a pasar por el acoso escolar. El problema era mío, no de él. ―Pero...Él me quiere a mí. ―No es así, ¿A quién le grito, "te vas a arrepentir"? ―A ti, pero... Pero estamos juntos en esto. ―Tu tranquilo, no pasara nada. Estamos juntos, pero por ahora ve a casa. La verdad es que todo eso era un pretexto, solo quería que Daniel se pusiera a salvo y rápido, porque el junior mafioso nos observaba desde lejos y tenía una mirada no exactamente amigable. Subí a Daniel a su autobús y me despedí sonriente. Aunque por dentro estaba hecha un lío. ―Nos vemos mañana. ―De acuerdo, cuídate Annie. ― Daniel es tan inocente, lo veo como el hermano menor que debo proteger. El autobús partió y sentí un peso menos, ahora tenía que perder al gorila que me venía siguiendo. Sería fácil, yo conocía el pueblo y por lo que sabía él era nuevo aquí. Giré algunas veces y comprobé que aún me seguía, iba solo y sentía su mirada asesina en mi espalda. Cruzando la peluquería, emprendí mi huida. No solía ser cobarde, pero esta vez lo ameritaba. Mi abuela siempre dice "la seguridad es primero". Y ahora mi seguridad era la prioridad. Corrí como nunca, le exigí a mis pierna más de lo que podían darme. De vez en cuando volteaba y topaba con sus ojos furiosos. El corría rápido, pero no me alcanzó. Llego un punto en donde ya no lo vi más, respire aliviada y me adentre en el sendero que llevaba a mi casa. Estaba desierto, nadie caminaba por esos lares. Muy mala idea y muy mal momento. Creí que estaba a salvo… Pero no era así. ―A ti te quería encontrar.― Una voz masculina se escuchó justo a mis espaldas, demasiado cerca y demasiado letal. Me di la vuelta solo para recibir un empujón que me arrojo al suelo. ―Que linda se ve mi conejita. Debes aprender a no meterte con el lobo feroz.― mientras lo decía se acercó, mis piernas no respondieron y no pude levantarme. Él me miró con visible irá. ― ¡Déjame tranquila!― chillé. ― ¿Por qué? ¿A caso no te dije que te ibas a arrepentir?― acerco su rostro al mío inclinándose para mirarme de frente. Sus ojos volvieron a regresarme al pasado. Solo pude pensar en una sola cosa, bueno… era en un solo animal. Dan. ― ¿Quién eres?―Las palabras salieron sin que lo pensara. El alejo su rostro, pensó un momento y luego dijo. ―Ya veo que no sabes con quien tratas, soy Dante Sartuori Bradbury. Apréndetelo bien. Su nombre me dejo aún más confundida. Era muy largo, era extranjero y Dante, era como Dan... Los ojos y el nombre eran... ¿Coincidencia? Aproveche su momento de confusión a mi pregunta y le pegue una buena patada, fuerte como para separarnos. Me levante de inmediato y me aleje unos pasos. ― ¡Eso me dolió!― trato de acercarse a mí, pero puse distancia. ― ¡No te acerques más!― le advertí. ―Te gusta jugar ¿Eh? Pero no creo que puedas evitarlo, ¿Piensas pedir ayuda?― Y dio tres pasos hacia mí. ― ¡Que no te acerques! Voy a gritar por ayuda. ― ¿Ayuda a quién? ¿A los árboles? Aquí no hay nadie― Se carcajeo y rápidamente elimino la distancia, atrapo mis manos y forcejeamos. En el forcejeo mi gorro se cayó y mi melena se deslizó libre de su prisión. Los ojos de Dante se perdieron en mi cabello, dejo de aplicar fuerza en mis manos y abrió los ojos. ― ¿Tu...? Vaya, no eres tan machorra después de todo.― Me aleje y junte mi gorro, me lo puse y escondí mi cabello de nuevo. En ningún momento aparto su mirada de mi pelo. Miedo, miedo, miedo. ―Es suficiente por hoy.― se dio la vuelta y comenzó a alejarse. ―Yo no soy ninguna ma...machorra.―Lo dije muy bajito, pero increíblemente el me escucho. ― Gracias por el dato, corazón.― dijo aún de espaldas. ― ¡Engreído! ― ¿¡Cómo me llamaste!?― Giró y avanzó hacia mí. Que tonta, solo no debí decir nada y dejarlo marcharse. ― ¡Repite lo que dijiste antes! ¡Repítelo! ― Yo me quede callada como una tumba, él estudió mi rostro, intento decir algo pero optó por no hacerlo, al final solo guardo silencio al igual que yo, después de unos segundos dio la vuelta y desapareció. No perdí más tiempo y comencé a correr a casa. Tenía miedo de que volviera, era obvio que no había terminado y que pronto seria golpeada por él o aun peor... Quizá tirara mi cuerpo sin vida en el bosque. Cuando llegue con los abuelos estaba muy agitada, llena de tierra y hojas. ―Annie, cariño ¿Estas bien? ¿Qué te paso?― la abuela sonó muy preocupada. Tenía que mentir, una mentirilla blanca no sería mala. ― ¿Ah? Esto, yo... Me caí. ― ¿Tú te caíste? ― El abuelo frunció el ceño, por lo visto no se tragó mi mentira. Pero aun así, continúe insistiendo, hasta que no tuvo más opción que dejarlo pasar. Esa noche no pude dormir, pensaba todo el tiempo que quizá mañana estaría muerta. Me revolví en mi cama como loca y me levante para mirar por la ventana. Estuve así por un buen rato, hasta que algo capto mi atención. Entre las sombras, fuera, en el bosque, se podía ver una silueta, no logre identificarla bien... pero creo que era un Lobo. ¿Sería Dan? Te preguntarás la razón por la cual, fantaseo con los lobos y cualquier derivado de estos. En primera esta que mi mejor amigo "animal", Dan, era un pequeño lobezno. Y la otra es la vieja leyenda que me cuenta el abuelo Elliot. "Durante años, el ser humano ha vivido acompañado de míticos seres mitad hombres, mitad lobo, criaturas de la noche, que nos vigilan con ojos curiosos. Algunos viven en el bosque, ocultos de la maldad humana que alguna vez, casi los extingue. Otros se parecen a ti y a mí. Pero hay algo que los delata, sus ojos. Enigmáticos ojos que son iguales tanto en su forma lobuna, como en su forma humana." Esa es la razón por la que Dante Sartuori me confunde. Esos ojos, juro que son idénticos a los de mi Dan. La misteriosa sombra desaprecio cuando el sol comenzaba a salir. No logre conciliar el sueño. Y cuando lo hice solo pude soñar con Dan. Estaba cansada, asustada e irritada de tanto pensar en teorías que explicaran mis tontas ideas. Después de revivir todo eso, me di cuenta que aún seguía de pie a medio sendero, mis piernas temblaban. No quería ir al instituto, todo eso había ocurrido solo ayer. Sin embargo no podía ser una cobarde, así que como pude me arme de todo el valor posible, me coloque el gorro con firmeza y emprendí mi marcha. Me pregunte que me depararía ese día. Si tan solo no hubiera ido a la escuela... ******************* HOLA, SOY L.G.L (Lilí) La novela seguirá completa en D r e a m e, mas abajo encontraras hasta el capitulo 6 de forma gratuita. Como autora hice todo lo posible para hacer mas económicos los capítulos siguientes, ninguno pasa de las 17 monedas. Recuerda que NO es necesario gastar dinero real en la app para desbloquear capítulos, con paciencia puedes obtener monedas gratis. Te pido que seas paciente y aprecies mi trabajo, me he esforzado por traerte una novela como esta y solo pido de tu apoyo. De antemano muchas gracias, sigue disfrutando de la novela y apoya a tus escritores, por favor no caigas en la tentación de lo ilegal (PDF) Yo también estoy haciendo mi esfuerzo a pesar de la situación económica en la que estamos mundialmente. PARA CUALQUIER DUDA Y/O COMENTARIO Búscame en I n s t a g r a m como letras_ii Y en F a c e b o o k como "Mi Lobo de Invierno Oficial" O al correo lili.gl.mldi@gmail.com NOTA: CUALQUIER ERROR ORTOGRAFICO SIENTETE LIBRE DE MARCARLO PARA PODER CORREGIRLO.
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