Capitulo 01 Deseos a la Deriva

1829 Words
Podía escucharse la música desde la calle, a Daniel le gustaba aislarse del permanente ruido de la ciudad. Se irritaba con los constantes ruidos que destrozaban sin parar la más mínima esperanza de tranquilidad, ante ese escenario prefería escuchar una melodía antes de un bocinazo o aquellas interminables sirenas a la distancia. Era un hombre pasivo, a sus 26 años no tenía grandes preocupaciones, sobrevivía sin apuros económicos ya que tenía su propio negocio, un restaurante llamado Almas, no era una cadena multinacional pero el negocio iba bien, bastante bien. Al ser solitario, no necesitaba preocuparse de más que de él mismo. Su vida rutinaria lo tenía satisfecho, aunque de vez en cuando reaccionaba y se decía a si mismo que eso no estaba bien, la verdad de las cosas es que no sentía la soledad porque siempre disfrutó de ella, o más bien se había acostumbrado a esta, como un pájaro se termina acostumbrando a una jaula. Son las 20:00 horas cuando decide ir a comprar, baja las escaleras y toma su abrigo, es pleno Julio y el invierno provoca temperaturas extremas, más de 3 grados no había en ese momento. Sale a la calle y sube al auto, al encenderlo escucha como su teléfono comienza a sonar, sin siquiera verlo avanza en su automóvil y maneja, al rato deja de sonar, pero sin dar respiro ya que suena nuevamente con insistencia, termina contestando por cansancio, es Macarena, una chica que trabaja en su negocio y que lo busca por algo más de lo que él desea ofrecer. - Hola jefe - Saluda ella del otro lado de la línea - ¿Estaba ocupado? - Hola, pues voy manejando Maca - Le contesta, agregando en tono de broma - Si me pasan una multa te la descuento a fin de mes. - Ella ríe coquetamente, y en ese mismo tono va directo al grano. - Quería invitarlo a una fiesta. - Oh, lo siento, no soy de fiestas - Responde él, siendo honesto como siempre, sin recurrir al "tengo otros planes", porque esa era la verdad, a sus 26 años ya había probado lo que había que probar, y aunque ocasionalmente bebe una cerveza, no la tiene como prioridad en su vida. - Acompáñeme, la pasaremos bien - Insiste ella, con una voz coqueta y seductora, buscando el sí. - No, gracias - Declina él, rechazando lo que sabía era más que una invitación a una fiesta. - Lo siento, espero que la pases bien de todas formas, cuidado con quien baila. - ¿Seguro? - Ríe ella al darse cuenta de que nuevamente no lograra su cometido - ¿Se pondría celoso? – Agrega en el tono con el que comenzó. - ¿Y quién no? Eres una niña y como tu jefe debo cuidarte, ¿o no? - Le responde él, siguiendo con la broma. - Pues soy una mujer si me mira bien, creo que me confunde con una niña inocente. - Dice ella jugando con las palabras. - Tal vez, bueno debo colgar que ya estoy llegando - Daniel sabia hacia donde se dirigía la conversación, así que se siente salvado al llegar al negocio al cuál iba siempre a comprar. - Bueno Daniel, nos vemos en el restaurante - se despide ella, entendiendo que él no quería seguir más con el juego, y es que desde que una noche tuvieron más cercanía, Macarena tiende a confundir un poco las cosas, esperando que sus intentos de algo más den fruto. - Nos vemos Macarena. - Se despide él. A los minutos de colgar estaciona el auto y compra lo que necesitaba, Daniel entonces recuerda aquella noche, dos semanas atrás, estaban ambos solos en el negocio, el hacía caja y ella lo esperaba, se había sacado la coleta del cabello y se había cambiado el uniforme de trabajo por una escotada blusa color marfil, una falda corta de un color grisáceo y sus usuales tacones altos. Tenía 22 años, trabajaba mientras estudiaba Técnico Agrícola en una universidad cercana. Veía a Daniel concentrado así que decidió actuar, llevaba dos meses ahí y no quiso seguir esperando a que Daniel la sedujera. Dio la vuelta al mesón e ingresó para posicionarse detrás de Daniel. Él sabía que ella estaba ahí, pero omitió cualquier respuesta a sus movimientos hasta que ella comenzó a masajearle los hombros. - Debes estar tenso - Comentó Macarena - No, para nada - Contestó él, en un evidente tono cortante. Daniel suele ser así, silencioso y cortante cuando algo le molesta, aunque siempre lo oculta tras su sonrisa. - ¿No? - Macarena preguntó y se recostó sobre su espalda, apoyo sus senos en el cuerpo de él, se cargó con la intención de que él la sintiera, tras lo cual agregó - Sé que sabes cuánto me atraes, Daniel. - ¿Lo sé? - Cerró sus ojos mientras recordaba las miradas que le había respondido a Macarena durante semanas, si, él lo sabía y jugaba con eso, a veces consciente, otras inconsciente, pero ahí estaba el juego entre los dos, y era un juego peligroso, lo sabía. Se alejo del cuerpo de él, al no sentir su peso encima Daniel se puso de pie y volteo para verla, se había desabotonado su blusa. Bajo esta, se escondía un sostén color rosado de encaje, él la vio ahí, sabía que lo deseaba, así que se abalanzó sobre ella y la comenzó a besar. Alguien que usualmente luce tan calmado se dejó llevar por la excitación del momento lo cual evidentemente sorprendió a Macarena, no tuvo reacción y se dejó besar, sorprendida por lo sucedido. La forzó a que su espalda encontrara la pared, ahí la siguió besando, sus lenguas se encontraban en sus bocas moviéndose desenfrenadamente al ritmo de la pasión. Daniel subió su mano derecha a su cuello y lentamente comenzó a acariciarlo bajando hacia su hombro, luego ambas manos encontraron la blusa y delicadamente comenzó a desprenderla de la prenda. Dejó de besarla para mirarla a los ojos a la vez que situaba sus manos en sus caderas. Era una mirada penetrante, fría y hambrienta  que la hizo sentir más deseada que nunca. - Daniel... - Alcanzó a murmurar ella cuando él la comenzó a besar en el cuello, le dio cálidos besos y los intercambiaba sacando la legua para rozar suavemente su piel - Oh, Daniel, no me esperaba esto... - volvió ella a murmurar, él pasó sus manos a la espalda y desabrochó el sostén, dejándolo caer, mientras continuaba bajando por su cuerpo, hasta llegar a sus senos, los besó y lamió dibujando círculos imaginarios alrededor de sus pezones. Mientras hacía eso le subió la falda para revelar una provocativa tanga color n***o, Daniel detuvo su aventura en los pechos de Macarena, se paró y mirándola a los ojos la guio para que apoyara sus manos en el mesón. Una vez hecho eso, se posiciono detrás de ella, le bajo la tanga, pero solo hasta la parte superior del muslo, abrió sus piernas y la dejo ahí, prisionera de esa tanga, no le permitió cerrar las piernas aun cuando ella se lo pidió. - ¿Por qué no me dejas sacarme la tanga? - Preguntó, con una voz suave y en evidente estado de excitación. Daniel no respondió, solo puso su mano en su espalda luego de ponerse un condón y la comenzó a bajar suavemente, hasta que dejó su mano izquierda en el glúteo izquierdo, lo agarró con fuerza, pero delicadamente logrando que ella se excitara más aún, sin previo aviso la penetro al momento en que ella soltó un gemido que parecía llevaba ahogado en su garganta hace mucho. La embestía lentamente mientras llevaba sus manos a su cuerpo, la izquierda a su pecho y la derecha a su abdomen, suavemente masajeo su seno mientras con la derecha la atraía a su cuerpo, una vez a su alcance comenzó a besarla y a lamer su cuello. Lo beneficiaba en esa tarea el ser más alto que su compañera. - Ven - Le dijo él, mientras la llevaba a la pared nuevamente sin dejar de penetrarla. Pasaron los minutos y progresivamente aceleraba el ritmo hasta que se detuvo tras el orgasmo conjunto, primero de ella y luego de él, ambos extasiados de placer se quedaron ahí, en silencio procesando lo que había pasado. Sin duda la escena no tenía nada de romántico ni erótico, fue un encuentro s****l casual y nada más. Al menos para él, ella no quería eso, quería algo más, la sorprendió la iniciativa en el sexo que tomó Daniel, no lo esperaba, y más aún, la sorprendió lo que se esmeró él en recorrer en esas circunstancias su cuerpo. Le gustó, la primera vez que se acostó con sus primeros exnovios no quedó satisfecha, solo la penetraban y un par de toqueteos bruscos, en cambio acá pareciese que Daniel sabía que hacerle y cómo hacerlo. Le gustó, y quería más... por lo que la siguiente frase de Daniel fue un golpe que no esperaba: - Lamento haberme dejado llevar, eres muy atractiva, pero espero que esto no afecte nuestro trabajo... ni que se repita. - Ahí estaba el hombre cortante nuevamente, ahí estaba el jefe y no el amante del que se había enamorado ella esa noche. Daniel recordó esa noche, la verdad es que se avergonzó de sí mismo, fue una mala disculpa después de haber tenido sexo con ella, y buen sexo, él lo supo esa noche y aún se lo reprocha. Maneja cuando a dos cuadras ve a su ex, posiblemente la culpable de que él haya escogido su soledad. Ella no lo vio, iba con su cabeza agacha, con la mirada perdida. Fue extraño verla ahí, viviendo ella tan lejos. Hace dos años y medio Victoria, su expareja, o Vicky, como solía llamarla, había terminado con él, aún le causa dolor recordarlo, ya que fue por mensaje de texto, algo que le causó molestia, pero más pena que nada. Fue un desastre después de eso, vivió semanas tratando de explicarse por qué ni siquiera fue capaz de terminar con él en la cara, lo peor es que ella cada ciertos meses volvía a verlo, se han besado pero siempre queda ahí todo, entre una espesa neblina que no deja avanzar a Daniel, distraído por haberla visto a solo dos cuadras de su casa se detiene y mira las bolsas, una pizza y unas frutas para hacer un jugo natural, piensa por un momento y se devuelve a buscar una botillería para comprar un par de cervezas. Son las 22:20 horas cuando regresa de comprar lo que necesitaba, que no era más que un par de packs de cervezas para acompañar la pizza, curiosamente teniendo un restaurante, no le gustaba cocinar, aun cuando lo hacía muy bien. Abre el portón y mete el auto, y al dirigirse a la entrada de su casa ve a Victoria sentada en un rincón, mirándolo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD