II. Capítulo 1. Dos mundos diferentes

3427 Words
POV Charlotte En cuanto entramos por la puerta de madera labrada de color caoba suave, sacudimos nuestras chaquetas hechas a medida, las cuales habían sido cubiertas de una ligera lluvia que nos sorprendido en el camino. Este verano el clima era incierto, traía muchas novedades en la ciudad, era curioso como algo de sol hacía que la gente se comportara de forma diferente, mi chico con el cabello bañado por la noche, luchaba con sus pequeñas manos para quitarse la chaqueta. Reprimí una risa burlona, mordiendo mi labio y a continuación me acerqué para ayudarlo, forcejeó con mis manos para poder hacerlo sólo. Nuestro umbral es pequeño, la había elegido por ser una acogedora casa de dos plantas, había un pequeño lobby para sacudirse los zapatos, colgar los abrigos, un bol transparente con las llaves sobre una mesa de madera alta. Lo primero que podía apreciarse al ver de frente, era una gran sala, cubierta con los juegos de vídeo de mi encantador gamer, solíamos pasar horas compitiendo, a mano izquierda se encontraba un comedor elegante en forma redonda para alimentar a ocho personas, la realidad era que nunca habíamos llenado aquellos espacios, pero me gustaba la idea de hacerlo algún día. Desde cualquiera de esos puntos podría apreciarse la cocina con concepto abierto, que tenía junto a ella unas puertas corredizas, a petición mía había dos habitaciones en la planta baja, mientras que en la superior se encontraba otra sala pequeña con un modesto estudio y un cuarto de juegos. Por precaución había otras habitaciones y espacios secretos que había determinado para la protección de mi familia, al menos de mi pequeño hombre, la propiedad estaba resguardada con un sistema de seguridad cerrada, poseía diferentes clases de sensores, mis favoritos eran los de movimiento y calor, no había ninguna otra propiedad habitada en los alrededores, sólo un bosque lleno de naturaleza. Y si pensábamos en riesgos, el mayor probablemente fueran los osos. -Vamos mamá, puedo hacerlo sólo- sacudió sus hombros desenfundadose de mis manos, logro luego de varios intentos su cometido colgándolo en su perchera junto a la entrada, sus ojos azules zafiro por momentos me dejaban anonadada, eran tan profundos como los de su padre, en ocasiones era doloroso sostener su mirada, negué con la cabeza por el rumbo de mis pensamientos hacia años no pensaba en Trevor. Aquella palabra aún hacía mi corazón vibrar. Mi amado niño llevo su bolso n***o sobre la mesa, teniendo un respeto imprevisible en la situación, aún me sorprendía la madurez que mostraba en ciertos momentos, en cuanto comenzó a bajar la cremallera las armas de diferentes calibres quedaron expuestas, les había quitado los cargadores después de usarlas a las mías y las de mi amado hijo solo tenían balas de salva. Mientras él las depositaba sobre nuestro comedor de forma pausada, me deshice de mis abrigos y botines, llevé la cava que colgaba de mi hombro hacia la cocina, me encaminé hacia el fregadero para lavar la sangre y limpiar las tripas de los animales que habíamos casado. En esta épanimalesaño, había unas cuantas avecillas no muy grandes. Cuando me disponía a sacar las presas que había, un disparo resonó en la casa y el sonido del cristal rompiéndose en mil pedazos, me hizo temer lo peor, por momentos no creía tener un hijo sino un diablillo disfrazado. Intente respirar profundamente, mientras me giraba a ver a mi amado chico culpable. Entre cerré mis ojos, viendo a un hermoso niño de nueve años que tenía las manos levantadas en señal de defensa, con sus ojos color zafiro que se dividían entre el dulce sabor de una travesura realizada y el miedo de las consecuencias de aquel momento de rebeldía, el arma se encontraba en sus pies tirada, apuntando en dirección a un jarrón que se encontraba roto. -Trevor Alessandro Rock- dije con la rabia comenzando a surgir en mi interior, pero tratando de mantener la calma porque sabía que, pese al susto, él era un niño inocente, debía repetirme y creerlo, bueno... -Yo no fui- dijo con su voz angelical. Cruce mis brazos sobre mi pecho. - ¿No? ¿Entonces los duendes están disparando las armas? – por suerte las armas que él tenía solo tenían balas de salvas y algunos dardos para dormir a los animales – Te he advertido infinidad de veces animaless tener cuidado con las armas, aún no estás listo para tenerlas, debes recordar que en la recamara siempre permanece una bala- Su labio inferior comenzó a temblar, conocía aquel gesto, se aproximaba una rabieta, sus ojitos comenzaron a ponerse vidriosos, con el pasar de los años, me había vuelto inmune a sus tretas, pero como todo un niño fuerte, se negaba a mostrar debilidad derramando las lágrimas, por el contrario, intuía que estaba preparando alguna treta mental para salirse con la suya. -Lo lamento- dijo a través de sus dientes apretados, resignado a tener que disculparse, pese a su corta edad le costaba mucho hacerle frente a su ego y equivocaciones, pero mi chico alto no se resignaba a perder por su descuido-lo lamento madre, pero soy un niño grande y quiero seguir yendo a cazar contigo, te he demostrado mi valía y he sido de ayuda para cargar las cosas, puedo ser de mucha utilidad, lo sabes- comenzó a bajar sus brazos, con una mirada más determinada en su cara-Dices que la gente no es perfecta y comete errores, no puedes condenarme por un jarrón, después de todo es frágil, nada dura para siempre- Una sonrisa estuvo a punto de escapar de mis labios, el pequeño revoltoso intentaba ser persuasivo. El sonido de mi celular distrajo mi atención, le permitió salvarse de lo que pensaba decirle, levante mi dedo en señal de que esto no había acabado, busque en los bolsillos de mi pantalón para encontrar mi móvil, sin mirar el identificador de llamadas me gire para tener algo de privacidad, espere que la persona del otro lado de la línea hablara, mientras volvía hacía la cocina para terminar de sacar todo de la cava. - ¿Charlotte? ¿Eres tú? - Esa voz hizo que casi se me deslizara el teléfono de la mano, por el estado de Shock, en un segundo mi corazón se paró y mi mundo estuvo perdido como hace demasiado tiempo no lo estaba. -¿Charlie?- las ideas comenzaron a bombardear mi mente, sin darme descanso, mi cuerpo parecía tener mente propia, avance hacia mi habitación entre cerrando la puerta, sin perder de vista a mi amado Alessandro el cual se encontraba recogiendo los escombros de su desastre, ¿Por qué mi hermano llamaría? Algo horrible debe haber pasado. -¿Alguien ha muerto?- Comencé a mirar los segundos en la pantalla y sincronizarlos con el reloj de mi muñeca, este número era únicamente para emergencias, había huido tan lejos como los medios que Itzae dispuso para mi me permitieron. Una vez al año accedía pasar unos momentos con mi familia en ciudades poco frecuentadas en el mundo, organizábamos vuelos que con diferentes escalas y con estadías cortas, no podía ser lo suficientemente precavida para alejar el peligro de mi vida. Y más, cuando el heredero de la mafia italiana, sin sospecharlo, limpiaba con ahínco los vidrios de la sala. -Me atraparon con un cargamento de drogas pasando la frontera- un dolor de cabeza comenzó desarrollarse en mi sien, puse mis dedos sobre el puente de mi nariz, pensando en las cosas tan absurdas que salían de su boca-mucha gente murió, mis huellas están por todas partes- ¿Acaso estaba soñando? Cerré mis ojos con fuerza, intentando mantener la compostura. Mi pequeño, tomo un vidrio con sus frágiles manos y se cortó dejándolo caer de nuevo al suelo, mi instinto de madre quería ayudarlo, pero el rápidamente metió su dedo a su boca, siguiendo con su tarea sin hacer un escándalo, tenía que dejarlo asumir sus propias batallas, en cuanto hubo limpiado la zona y dejado todo en un contenedor especial, volvió a continuar limpiando las armas. - ¿Qué necesitas? - no se me ocurría la razón de esta llamada, era una locura la idea del cargamento con droga, amaba a mis hermanos con locura, la sangre llamaba, pero no estaba segura en que podría ser de utilidad en Alaska, mis padres harían todo lo que estuviera en sus manos para apoyarlo. ¿Necesitaría dinero quizá? Antes que pudiera contestarme, el reloj marco los treinta segundos y tuve que colgar, comencé a quitarle la batería al celular, memorizando en el proceso el número de teléfono del cual me habían llamado, puse las partes desarticuladas sobre mi cama, sincronizando cinco minutos para salir de nuestra casa hasta ahora. Llevaba años previendo una emergencia así, si Charlie había tenido alguna clase de conflicto con algún cartel o mafia, vendrían a buscarnos a nosotros también, tener en mi historial con el cartel del pacifico, la mafia rusa e italiana, nos ponía en la cúspide de los objetivos. Por eso manteníamos un perfil bajo. En cuanto entre en el rango de visión de mi Sandro, mi niño se puso tenso, no podía ocultar las emociones que cruzaban por mi cabeza. - ¿Qué está mal? - dijo con su voz inocente, pero haciendo caso a su instinto protector, ¿Cómo le decía que su tío estaba preso por nexos con el cartel? ¿Qué la ley podía pisarnos los talones? ¿Cómo podía decirle que tal vez su padre finalmente había llegado a nosotros? ¿Qué podríamos morir si sus enemigos nos alcanzaban? ¿Qué su tío aparentaba estar preso? ¿Qué en cualquier momento podrían estarnos tendiendo una trampa? Mi mente enloquecía con las posibilidades. -El tío Charlie, nos necesita- pase una mano por mi cabello, aún presa por la conmoción- Toma tu bolso de emergencia, no lleves más que lo necesario, tienes dos minutos- Mi hermoso niño corrió a su habitación como si fuera un juego, recogí las armas de casería que había sobre la mesa, llevándolas a mi habitación dejándola bajo mí cama, corrí la mesa de noche y la alfombra que había en la esquina de la habitación, puse el código necesario para abrir la caja de seguridad que mantenía oculta, saque los fajos de dinero en efectivo de diferentes nacionalidades, tome nuestros pasaportes reales y nuestras nuevas identidades. Cerré mis ojos, intentando deshacerme de mis preocupaciones. Acomode el bolso con las armas para guardarlas, cuando una vez todo estaba listo, saque del closet la maleta que tenía prevista para esta clase de situaciones, subí a la segunda planta en busca de mis laptop y dispositivos electrónicos, después de la graduarme de la escuela, ingrese a la universidad para estudiar ingeniería de sistemas, me convertí en programadora para varias compañías, dándome la distancia suficiente con el mundo para dedicarme a mi hijo. Trabaja a mi ritmo y podía pasar todo el tiempo que podía con mi campeón. En cuanto salimos de la casa y me recosté en la camioneta, con un sentimiento de nostalgia presente en mi corazón, esas ventanas habían visto los primeros pasos de mi amado hijo, sus alegrías, tristezas, una lagrima traicionera, escapo de mis ojos, esperaba volver a este lugar. - ¿Puedo manejar la troca? - exclamo mi angelito, tomando mi mano entre las suyas. Abrí los ojos por la sorpresa, fue una sensación de deja vu como si escuchara una versión más joven de Itzae, además mi amada camioneta una Roush F-150 5.11 Tactical Edition, que era como mi segundo bebe. -El lenguaje...- le corregí mirándolo ceñudamente, aunque adoraba que hablara español y se conectara con una parte de mi pasado, me gustaría que se relacionara con algo de su padre, mi chico amado sabia la respuesta rodeo la camioneta mientras rebuznaba que su tío Miguel le enseñaba cosas y nadie le dejaba aplicarlas. Cuando comenzaba a manejar camino a la ciudad más cercana, los recuerdos del pasado volvieron a mi mente. Me sentía muy mareada aun por tanto vomitar, cuando unos golpes en la puerta me alertaron, me sentía demasiado débil para moverme de mi posición en el piso, puse mis manos sobre mi cabeza intentando estabilizar mi mundo. Tras unos segundos, unos tacones gruesos de marca louis vuitton negros entraron en mi campo de visión. - ¿Te encuentras bien, cariño? – -Ya, no lo sé- Acerco una silla para dejarla frente a mí, tomo asiento, haciéndome sentir más devastada, había perdido a mis dos hombres y probablemente ahora podría ser madre soltera, su mano acaricio mis cabellos para reconfortarme, subí mis ojos para ver los suyos. Las arrugas como enemigas se colaban bajo su piel, el color dorado de su piel se remarcaba en aquel traje n***o que había elegido para el sepelio, su cara estaba algo hinchada por el llanto, pero no dejaba de verse hermosa, aunque sus ojos se veían duros, endurecidos por la mafia. -¿Es de Itzae o del Italinito?- sentí su desprecio al decir lo último, no pude evitar sentirme herida. -Es de Trevor- su mirada triste se extendió mientras asentía, conocedora de todas las verdades. -Lo imagine- acaricio mi cabello una vez más- nunca fuiste santa de mi devoción, pero luego de que terminaras con él, fue como si el infierno se desatará en esta casa- junto sus manos y miro más allá de mi espalda con una tristeza- espera que al menos tuviera la sensatez de volver contigo- me vio con una ternura que pensé jamás ver-Ojalá estuvieras embarazada, al menos tendría una parte de él que amar- Las lágrimas comenzaron a rodas por sus ojos. Puse mis manos en sus rodillas, arrastré mi cuerpo para envolverla entre mis brazos, ahora solo nos teníamos la una a la otra, con nuestras almas marcadas por la ambición y el poder de los hombres que amamos. -Itz...- mi voz se partió, no pude decir su nombre-... él quería...protegernos a...ambas- intenté decir a través de las lágrimas. Pero en mis brazos podía sentir como negaba con su cabeza. -Ya no me queda nada, niña- -Aún me tiene a mí, por favor no me abandone también- Ella se apartó de mi calor, negando con su cabeza y con un gesto pétreo, puso firmemente su mano en mi hombro. -Yo tengo que cuidar mi patrimonio, y tú debes proteger a tu hijo, haz lo que yo no tuve el valor de hacer por el mío- beso mi frente con ternura- protégelo del veneno de la mafia- Voltee a ver a mi amado hijo, recostado contra la ventana auto. Sus ojitos fugaces concentrados en el medio ambiente eran inocentes de los problemas que rondaban mi cabeza, ¿Qué haría para protegerlo, si la llamada de Charlie era real?, la entrada de Anchorage estaba algo congestionada de vehículos. Conforme pasaban los minutos llegamos a nuestro destino. Ingresamos al parqueadero del complejo de apartamentos en ladrillo desgastados, una vez dentro y llegamos al elevador, ingresamos el código de seguridad para subir, su manito sudaba entre la mía, miraba nuestro reflejo en el espejo sintiendo ansiedad de separarme de él, en cuanto las puertas se abrieron mi niño salió corriendo a encontrarse con sus pares. En el piso operaba una guardería privada para padres que al igual que yo trabajaban en horarios extraños, lo más especial era quien lo dirigía, la conocí durante mi embarazo en Rusia cuando Dimitri me ayudo a escapar de mi pasado, era una húngara preciosa, trabajaba como contadora para la mafia rusa, su padre fue un hombre leal a Dimka y él quería cuidarla más que a nada. Levante mi mano para llamar su atención. -Zsa zsa- dije su nombre en voz alta, cuando sus ojos cafés se posaron sobre los míos, comencé a reducir nuestras distancias, se encontraba rodeada de varios niños que despacho a algunos juegos para tenerniños de privacidad. Nos recibimos con un abrazo cordial, donde pude sentir los cuchillos que tenía encima escondidos bajo el uniforme quirúrgico. Nunca cambiaria. -Necesito usar tu teléfono, es una emergencia-susurre en su oído con algo de desesperación. -Avísame a quien matar-soltó con una tranquilidad pasmosa que la caracterizaba, si alguien más lo escuchara pensaría que era una broma, pero…la realidad no podía ser más cruda. Su cabello castaño irradiaba energía, con los ojitos cafés que todo lo sabían, me paso sutilmente su móvil, alejándose para darle importancia a unos niños que corrían con unas tijeras en sus manoniños la gente supiera que se dedicaba antes de trabajar con los niños, no se atreverían a dejarlos solos. <niñosía memorizado su número para las emergencias.Me situé al lado de una ventana, escuchando los tonos sonar, miraba mi reloj esperando que Dimka me atendiera, eran las 10:00 A.M en Rusia debían ser...como las 9 de la noche, ojalá no estuviera ocupado. Un sonido de ruido me alerto. -Dimka...-deje la palabra en el aire dudosa de que pudieran estar escuchando esta conversación. - ¿Charlotte? -la voz de Hollywood me hizo de alguna forma sentir más segura, era agradable escuchar una voz conocida, esperaba encontrar el consuelo que necesitaba en la voz de mi amigo. - ¿Hollywood? ¿Dimitri está bien? – Una carcajada masculina resonó al otro extremo de la línea -Hierba mala nunca muere-casi por instinto sonreí ante sus palabras-ya sabes cómo es, el trabajo primero- -Necesito que por favor reciban a Sandro por un tiempo- pase saliva mientras lo decía, no eran las palabras más amargas que hubiera pronunciado, pero si me dolían profundamente, nunca me había separado de mi pequeño, era una emergencia, no permitiría que corriera cualquier riesgo, mientras descubría las implicaciones del problema. Lo veía correr con sus amigos por la habitación sintiéndome una madre sobreprotectora. - ¿Debemos encargarnos de alguien? - el siempre atento Holly, temía el peor escenario. -Aún no- pero pronto podríamos necesitarlo, pensaba seriamente que esto podría ser una trampa y Charlie podría estar libre viviendo su vida. -Avísame de la hora del vuelo, Alessandro tiene aquí un segundo hogar aquí, después de todo es ruso- Estaba vez fue mi turno de reír, cuando había estado embarazada Rusia se convirtió en otro hogar para mí, tanto que mi bebe había conocido el mundo en aquellas tierras frías, llenas de gente con historias tan profundas como las mías. Hice las llamadas necesarias para reservar los tiquetes aéreos para mi hijo. En medio de mis trajines, los niños habían disminuido considerablemente. niños acercaba la hora de despedirnos, sentía como el alma me pesaba, era un dolor tan profundo que solo mitigaba con la idea de que mi hijo estuviera en las manos del hombre en el que más confiaba, Dimka.Me acerque a mi hijo, acariciando su cabello, intente memorizar cada una de sus pequeñas facciones, sus ojos azules como los de su padre veían mi tristeza, las lágrimas se fueron colando, entonces sus brazos rodearon mi cuello intentando mitigar mi dolor. -Te amo mami, no te pongas celosa de mis amigos, tú siempre serás mi mejor amiga- era tan inocente, mi pequeño amado. Intente limpiar mis lágrimas. -Más te vale chamaco- reí mientras hablaba en español con él, mi chico listo hablaba los tres idiomas- ¿Quieres ir de vacaciones a Rusia, con el tío Dimka? - el ruso le costaba un poco por qué no lo practicaba mucho, pero el brillo en sus ojos me dijo que intentaba comprender todo lo que estaba proponiéndole. Cuando finalmente pudo entender, su sonrisa fue como mirar las estrellas en una noche oscura, pero su inteligencia le dijo que algo malo pasaría. - ¿No vendrás conmigo, ¿verdad? - Negué con la cabeza temiendo que se me quebrara la voz. Zsa zsa me miraba con los brazos cruzados a unos cuantos metros, no sabía que había pasado, pero reconocía que necesitaba su apoyo, alguien debía ir a entregar a Sandro en Rusia en manos del mismos Dimka, temía que algo fuera a pasarle durante el vuelo. Ella asintió, Leyendo las palabras en el aire, los niños se habían ido a sus casas o a la escuelaniñosolo reinaba el caos en el local. Bajamos al parqueadero para entregar sus cosas, mi chico daba tumbos de felicidad hablando en ruso de lo mucho que quería hacer con el tío Dimitri, irían a los baños termales para hombres, así le llamaban a los saunas privados. Me agache para tomarlo en mis brazos, conteniendo las ganas de llorar, amaba a mi hijo más que a cualquier cosa en el mundo. -Tranquila mami, Me divertiré con tío Dimka- su fe en todo me daba aliento para lo que ahora haría.
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