Los nuevos héroes de la patria

3125 Words
     Dos meses han pasado desde la crónica batalla de Venezuela y Colombia que al finalizar, como dos niños que juegan y se pelean, los ha unificado de una manera no antes vista. Algunos venezolanos dirían que ni siquiera El Libertador podría haberlo imaginado en aquellas tertulias que compartía con los más sabios de sus Generales o en las cartas más premonitorias que auguraban el funesto final de la idea de una sola nación en Latinoamérica. La Gran Colombia ya no era un sueño fugitivo que se escapaba en los dedos de los soñantes más fanáticos de regresar aquellas tierras a una sola nación.     Para otros la unión no era tan favorable, debido a que se rompían lazos históricos entre regiones inexploradas de la historia nacional para ir a ponerlas en las manos de las nuevas generaciones como una misma historia que ahora se comparte desde Medellín hasta Ciudad Bolívar. La introducción de la nueva organización política de lo que oficialmente se comenzaba a llamar Confederación Colombo-Venezolana llenaba todos los espacios de los venezolanos, quienes en su mayoría añoraban el sueño bolivariano en sus manos, pero que otro tanto no podía ver sino como una traición a la identificación que se había creado con el General José Antonio Páez como el primer presidente de la nación.     El gobierno a la cabeza de Eleazar López Contreras intentaba contener los nuevos rumores sobre la confederación a través de artículos en la prensa, locuciones sobre la materia a las comunidades de Venezuela, reuniones con las transnacionales y demás empresas interesadas en el manejo del comercio marítimo y territorial. Para eso los mejores intelectuales de la nación venezolana hicieron todo un programa que llegó hasta el sistema educativo, el cual se reforzaba en una institución cada vez más sólida, para que hasta los más pequeños entendieran que Venezuela seguiría siendo su país de origen, que básicamente nada había cambiado, solo que ahora Colombia formaría parte de un sistema de naciones hermanas que estarían enlazadas a través de tratados comerciales y de guerra más abiertos para instaurar una defensa más sólida y constante ante los embates de las alianzas comunistas que batallaban arduamente en los campos europeos.      La Confederación Colombo-Venezolana tenía una administración política bastante básica, tendría un presidente, primer vicepresidente y un segundo vicepresidente los cuales serían elegidos por un Congreso cada cuatro años, el cual está conformado por colombianos y venezolanos postulados desde el Parlamento de ambos países y que serán votados por una mayoría en elecciones presididas por el voto del pueblo en las urnas de los Estados o Provincias designadas en todo el territorio de la Confederación.      El denominado "Congreso de Cúcuta" designaba la sede del poder legislativo aferrado al presidente de la Confederación y sus vicepresidentes. Sin embargo, no tenía el poder sobre los gobiernos del territorio Colombiano o Venezolano, debido a que la Constitución de la Confederación promulgaba a dichos territorios con autonomía absoluta. En caso de que alguna de las dos naciones quisiera separarse de la Confederación, podría hacerlo siempre y cuando el Congreso de Cúcuta pudiera orientar una sesión de emergencia sobre los sucesos que acontecerían a la disolución, buscando más como un orientador al conflicto para una solución, más que otro tipo de poder autoritario. Por lo tanto dicho poder Legislativo era carente de sentido en las tomas de desiciones de política interior en ambas naciones, trataba únicamente temas como los procesos económicos de ambas naciones y sus respectivos intercambios, la conciliación y análisis de tratados políticos que pudieran hacer avanzar a la Confederación, entre otros que se irían asignado a través del desarrollo de lo que apenas estaba en construcción. Su función era más política que jurídica, pero tenía la posibilidad de reunir a los líderes más influyentes de ambas naciones para decidir el futuro de algo más grande, a pesar de su sentido casi igualitario al poder de las naciones que la conformaban.      Se designaba la capital del Congreso de Cúcuta en dicha ciudad, dando a entender como el medio entre los dos países, se reunirían cada seis meses para poder debatir y mejorar la Constitución de la Confederación. Sin embargo, se tenía la Confederación como una entidad supranacional si ambos países entrarán en una debacle constitucional que amenazara con destruir y destituir los regímenes democráticos en los que se había instaurado la paz y la concordia de ambas naciones. Tenía un orden jurídico con sede en Bogotá y Caracas que tenía la posibilidad de revisar las leyes de cada nación y juzgar a cualquier político que desde el interior de los países pusiera en riesgo la Confederación o alguna de las naciones autónomas.      La Constitución de la Confederación fue redactada en mutuo acuerdo entre ambas naciones, pero la mayoría de la redacción por ser los vencedores fueron decididas por Venezuela, quienes al contrario de los colombianos no añoraban lo que había ocurrido con su República y veían a Bolívar como un precursor, designaron la autonomía para las repúblicas de la Confederación más como un alivio para la sociedad de ambas naciones, las cuales no podían siquiera remotamente ligarse como una sola cultura y sociedad. Para una transición cómo está, tendrían que pasar décadas para poder designar a un gobierno único que fuera conocido como Gran Colombia o como algún otro nombre que las representará.       La Presidencia sería encargada al victorioso General Eleazar López Contreras para los próximos cuatro años, la Primera Vicepresidencia tomaría posesión el General Gustavo Rojas Pinilla por ser el presidente encargado de la República de Colombia, la Segunda Vicepresidencia por decreto se esperaba a la futura unión de la República de Ecuador a la Confederación, pero en su defecto sería otorgada al predecesor del actual presidente venezolano, quien era el respetado médico venezolano Lisandro Alvarado, pero debido a su fallecimiento en los últimos días del mes de noviembre, quedaría vacante hasta que se llegará a un acuerdo político de quién ostentaria aquel puesto político.      Todo aquel arreglo político en su mayoría se había orquestado desde Caracas, era imprescindible que las nuevas formaciones prrstaran un apoyo a la protección de los Estado involucrados en la Confederación y que pudiera ser el bastión más fuerte de América Latina. Aunque ya se veía una naciente rivalidad con los gobiernos autócratas del sur de América. Argentina ya había hecho una alianza militar con Chile, construyendo la flota más grande de Latinoamérica y la tropa más numerosa después de Brasil, quien peleaba arduamente en una guerra civil muy al estilo norteamericano por quiénes gobernarían las tierras del país más grande del continente, si los comunistas o los militaristas de derecha. Por su parte, Ecuador estaba entrando en una crisis diplomática cada vez más ferrea con Perú por territorios que se habían peleado desde la guerra de La Gran Colombia contra Perú y que aún quedaban en una disputa no oficial. Bolivia seguía avanzando con sus colectivos armados para erradicar a toda fuerza de oposición que les quedará en su territorio, Arze solamente podía competir con los revolucionarios mexicanos en barbarie.      Así se desintegraban los países de América del Sur por la guerra, la desolación, la desunión y la codicia. Cuestión que ya advertía el canciller Mario Briceño Iragorry desde hace unos días al General Eleazar López Contreras en su despacho, alertandole sobre la codicia de los alemanes en el territorio que aún le quedaba a su merced en Latinoamérica, así como las amenazas del autoritarismo y las grageas del comunismo que amenazaban con tomar todos los países del mundo.      La Segunda Guerra Mundial, como la llamaron los historiadores hispanos, se encontraba aún en su auge pero que repetía mucho de lo que había sucedido en la Gran Guerra. Por una parte los alemanes avanzaban en el nombre del Kaiser Guillermo II, pero por el otro retrocedían debido a las tropas francesas con sus gritos de «arriba el proletariado» amenazando al ejército Holandés que resistía en la frontera muy débilmente.      Se decía en los diarios venezolanos que el pasado 20 de diciembre las tropas francesas había atacado Amsterdam en un esfuerzo relámpago apoyado por los partisanos comunistas, la reina Guillermina de los Países Bajos decidía la nueva repartición de la organización territorial en las lejanas islas que quedaban en el Reino, buscando además su salvación a través del Rey británico en el exilio de Canadá o la eterna guardia de su aliado el Kaiser Guillermo. Según se rumoraba, la reina decidiría ceder el control de Curazao a Venezuela debido a la anarquía que reinaba en la isla desde hace meses, debido a los constantes alzamientos de un grupo de izquierda autodenominado como "Movimiento de Liberación Nacional de Curazao".      El Gobierno venezolano a través de su embajada en Alemania decidió contactarse directamente con los encargados del Gobierno holandés para reiterar la información que suministraban los medios europeos, además de los internacionales. La respuesta recibida era que debido a la disputa que se había organizado desde 1935 por las islas de Curazao a través del extinto gobierno de Rómulo Betancourt y sin poder disponer de un parque o de reservas más adecuadas para proteger los intereses de la Reina, se había dejado la suerte de sus ciudadanos arbitrariamente en el gobierno de Venezuela debido a su cercanía y apoyo constante a su aliado, el imperio alemán, además de una intervención certera del Canciller de dicho imperio abogando por la proximidad de la alianza con Venezuela.      Inmediatamente los preparativos de la Armada venezolana se ponían en marcha. Se designó al Capitán Juan José Cedeño como el mayor rango dentro del cañonero General Urdaneta para hacer la incursión armada a la isla de Curazao, acompañado de la nave de transporte Celeste que traería consigo a 60 tripulantes entre el ejército y la Marina para hacer la invasión a la isla y eliminar el precario orden que se instalaba a través del Comandante guerrillero George Lémay quién a través de sus partisanos del terror, aplicaba la liberación de despojar a los ricos y blancos y hacerlos descender por los botes a la mar, para que murieran con las olas del mar en un naufragio inevitable.      El 25 de diciembre el oleaje en Curazao era calmado, pero la tierra temblaba. Aún habían escaramuzas en las calles, gente corría de un lado a otro por el puente Reina Emma desesperada en busca de la salvación. Un grupo de oficiales holandeses se refugiaban del lado de Otrobanda contra los insurgentes comunistas que buscaban tomar el control definitivo de la isla. De pronto el más se llena de agitación cuando un enorme cañonero se acercaba ondenando la bandera venezolana. El alboroto llega a su cúspide y los guerrilleros disparan contra la embarcación, pero no duran mucho tiempo cuando son apartados por los cañones de la embarcación, destruyendo parte del puente. Del lado de Punda, para combatir mejor a los comunistas y tomar la sede del Parlamento, el Capitán Cedeño ordena el desembarco de 50 hombres al mando del Primer Teniente Wolfgang Larrazábal. El transporte Celeste hacia de frente contra el Fuerte Amsterdam dónde los militares venezolanos harían rendir las fuerzas del Comandante Lémay y someter la revolución.      En las islas de Aruba y Bonaire no se sufría de revoltosos revolucionarios, pero ciertamente como su pasado cercano dependía de la soberanía venezolana, fueron las autoridades de las mismas islas quienes reclamaron al gobierno de los Países Bajos su anexión de vuelta a Venezuela. Cuestion que se dió por proclama real el mismo día 25 en la tarde, mientras los militares venezolanos luchaban en las calles empedradas de Willemstad.      Wolfgang Larrazábal era un hombre alto de grueso perfíl, robusto y prestado a la demagogia, lo cual lo hacia uno de los candidatos más vigilados por los espías del gobierno nacional debido a su tendencia a la socialdemocracia que hacía pública en debates absurdos con sus compañeros de la naval venezolana. Sin embargo, contaba con lo que un marino necesitaba para hacerse un hombre de guerra, partía de la gallardía y la valentía que se necesitaban en las nuevas generaciones de la Armada venezolana, lo cual le hacía ser muy bien visto por los círculos cercanos al presidente López Contreras, a pesar de apenas ser un muchacho.      Larrazábal sabía que de aquella misión pendia el hilo de la institución naval, la cual estaba apenas siendo restaurada con los pocos fondos que le daban para poder subsustir. Le daría entonces aquel golpe el prestigio necesario para ser tomado en cuenta por sus superiores y llamar la atención del gobierno para hacer llegar más fondos. Recordaba una conversación similar con el Capitán Cedeño los días anteriores a la invasión, quien le daba toda la razón de aquel movimiento de sagacidad e inteligencia. El Primer Teniente no escatimó en sus fuerzas ni en el estrecho parque de armas con el que habían partido desde Venezuela y que seguía en el barco, dividió sus fuerzas en tres columnas, dos asegurarían el paso y la zona, para que la tercera bajo su mando aprovechará de tomar el Parlamento.       El sol arreciaba aquella tarde caribeña, los fusiles se sentían calientes luego de pegarles tanto sol constante que llevaban los soldados venezolanos, las calles estrechas daban una sensación insana de inseguridad a todo el pelotón, incluído el Primer Teniente. De pronto, lo inevitable se hace presente y son percudidos por fusiles americanos que salen de las ventanas desde las hermosas casitas de colores que adornan las calles. Apenas Larrazábal logra cubrirse del fuego enemigo, pero muchos de su pequeña columna no reciben la gloriosa suerte de ser salvados en un callejón tan estrecho.       Cómo un líder de esos que son innatos ordena, a su subalternos salvados y levemente heridos, arrojar granadas contra las casas, lo que resulta en una maniobra de despistaje y de gran daño a los guerrilleros, los cuales carecían de aquel armamento. En esta forma fue que pudieron ser apollados por la segunda columna e invadir las casas para poder tomar la seguridad de los callejones. La escaramuza que según el Estado Mayor preveía como algo muy corto, se convirtió en dos largas y peligrosas horas, hasta llegar finalmente al Parlamento.       El Parlamento de Curazao era un edificio pequeño, en el se refugiaban los lugartenientes de la breve dictadura comunista que estaba decidido, promovidos por los fondos del Partido Socialista de América (PSA) llamado ahora así por consenso al conglomerado de lo que eran los Sindicatos Combinados de América (SCA), a extender su ideología por el resto de las islas del Caribe. Larrazábal ordenó un fuego cruzado contra el Parlamento, aunque intentaron resistir lo mayor posible, finalmente sacaron una camisa blanca enrollada en un palo por una de las ventanas, en señal de su rendición absoluta. Aunque no se ordenó sino el cese al fuego de los patriotas venezolanos sino casi cinco minutos después.        Los primeros en salir estaban heridos, vestidos con uniformes de militares curazoleños, otros con ropas civiles, entre ellos caminaban heridos en piernas, brazos y algunos otros ilesos. Inmediatamente fueron apresados bajo las órdenes de Larrazábal y remitidos directamente al barco para ser llevados a Venezuela.       A un Primer Teniente que está apenas en la apertura de su carrera militar es un gran logro poder llevar a buen puerto la invasión de una tierra que a pocos les era conocida, además de tener muy pocos daños en los edificios e infraestructura del lugar que se planea reservar a los intereses de los empresarios y las petroleras huérfanas del sistema imperial holandés que seguramente en aquella tarde se remontaban en sus barcos directamente al Dominio de Canadá donde se encontraba el Rey Jorge VI quién daría asilo a políticos contrarios al sistema alemán que apoyaba la Reina Guillermina, pues está partiría a los brazos del Kaiser, para su protección exclusiva.      La toma del Fuerte Amsterdam fue rápida debido a la estampida que los venezolanos tomaron en estratégia y dinámica militar, mucho más organizada que los guerrilleros que pretendian gobernar a sus ínfulas. El Comandante Lémay sería enviado directamente al borde del transporte Celeste con 50 partisanos más a las costas venezolanas dónde iban a ser apresados en el Castillo de Puerto Cabello. Dónde seguramente serían torturados para sacar información importante que pudiera dar con el paradero de los alegres revolucionarios que querían ver arder América.      Durante los próximos días, mientras llegaba quién sería el próximo gobernador de la nueva Entidad Federal de Venezuela, el Capitán Cedeño y Wolfgang Larrazábal, como su segundo al mando, se encargarían de tener bajo un régimen previsor y militar la isla, dándole orden y protección a sus ciudadanos. El día 28 ya envestido por el Congreso de la Unión como nuevo Gobernador de Curazao llegaba al puerto el ahora General de Brigada Jesús Albornoz, el cual se ha destacado como diplomático y militar en la política interior y exterior del gobierno provisional del General Eleazar López Contreras. Tras leer los reportes de los enfrentamientos, el gobierno nacional decidió dar un ascenso a los oficiales que dirigieron aquella famosa operación militar.       Cuando llegaron a Caracas en avión directamente desde el pequeño aeropuerto de Curazao el Capitán Cedeño y Wolfgang Larrazábal fueron recibidos por el Vicepresidente Juan Bautista Pérez quien los escoltaria hasta la casa de Miraflores aquel mismo 30 de diciembre del año 1937 y frente a la prensa nacional serían erigidos ambos hombres y otros de menor rango involucrados, como los nuevos héroes de la patria, quienes serían los próximos dueños más acérrimos de los mares venezolanos para actuar en la vanguardia y en la defensa de las nuevas tierras que se sumarían a la patria.       Así mismo lo enunciaria el presidente López Contreras para darle un nuevo aire a la naval venezolana que contaba con tan pocos hombres, embarcaciones y transportes. Su nuevo plan de gobierno sería expandir con los recursos más extensos con los que ahora contaba la nación la industria naviera nacional y el ala militar que tan empobrecida estaba desde el abandono entre 1929 y 1935. Y que ahora su gobierno provisional pretendía solucionar los problemas que fueron promovidos por la Generación del 28 y la democracia que se estaba viralizando de corrupción hasta la toma del poder de los militares hace un par de años.       Sin embargo, las cosas para el nuevo gobierno no parecen tan sencillas, los norteamericanos con su guerra civil están exigiendo a los países Latinoaméricanos que paguen su deuda para con quiénes han sido los más influenciados por sus políticas y los que se supieron en un principio como casi sus colonias. Venezuela ha sido uno de los países más beneficiados con la política norteaméricana el último año debido a la falta de personal como espías, además de la deuda asumida por el gobierno de Betancourt a las petroleras gringas para poder regir el poder con una administración medianamente estable y la modernización de la nación a través de edificaciones más actuales.
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