Story By Jose Ortega
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Jose Ortega

la tortuga charlatán
la tortuga charlatán
Updated at Mar 2, 2023, 16:07
Tortuga Charlatana CuentoHace varios años , un rey bueno, justo y generoso , amado y respetado por todos en el mundo , gobernó la India .Tan querido era que sus súbditos le mejoraron el regente ideal, excepto en una cosa que ahora mismo vas a conocer. Resulta que el rey, a sus cincuenta y siete años, tenía un defecto bastante molesto: ¡no se callaba ni debajo del agua! Ya fuera de día o de noche siempre tenía algo que decir y enlazaba unos temas con otros con una facilidad pasmosa. Ese parloteo incesante sacaba de quicio a todos los que le rodeaban, pero como era el hombre más poderoso del reino nadie se atrevía a decirle a la cara que cerrara la boca al menos duranteSus súbditos lo consideraban el gobernante ideal porque era muy apreciado , con una excepción de la que pronto aprenderás . _Resulta que el rey tenía un defecto muy molesto a la edad de cincuenta y siete años: ¡ no llamó ni se sumergió bajo el agua!No de la hora del día o de la noche, siempre tenía algo que decir y podía pasar sin esfuerzo de un tema a otro.Todos los que lo rodeaban se pusieron nerviosos como resultado de esa conversación continua, pero como él era el hombre más poderoso del reino , nadie se atrevió a decirle que cerrara la boca al menos durante la duración de la misma.Cuento La tortuga charlatana: adaptación del cuento popular de la India. Hace muchos años gobernó en la India un rey bueno, justo y generoso al que todo el mundo amaba y respetaba.Tan querido era que sus súbditos le consideraban el regente ideal, excepto en una cosa que ahora mismo vas a conocer.Resulta que el rey, a sus cincuenta y siete años, tenía un defectillo bastante molesto: ¡no se callaba ni debajo del agua! Ya fuera de día o de noche siempre tenía algo que decir y enlazaba unos temas con otros con una facilidad pasmosa. Ese parloteo incesante sacaba de quicio a todos los que le rodeaban, pero como era el hombre más poderoso del reino nadie se atrevía a decirle a la cara que cerrara la boca al menos durante un ratito.Su consejero, un anciano inteligente y fiel que le ayudaba en los asuntos importantes, estaba bastante preocupado por la situación. Se daba cuenta de que el rey hablaba tanto que, además de resultar agotador, a menudo se iba de la lengua y decía cosas de las que luego se arrepentía. Era cuestión de tiempo que acabara metiéndose en problemas.– ‘¡Esto no puede seguir así! Tengo que hacerle ver la realidad, intentar que cambie de actitud sin faltarle al respeto ni herir sus sentimientos. Lo pensaré bien a ver qué se me ocurre.’Esa misma noche lo consultó con la almohada.– Creo que lo más conveniente será aconsejarle a través de un pequeño cuento… Sí, eso es, un cuento con moraleja. En cuanto me quede a solas con él, llevaré a cabo mi idea.Por fortuna, al día siguiente a media mañana encontró la ocasión perfecta cuando el monarca le mandó llamar para ir a dar un paseo.– La reunión de sabios no comienza hasta las doce, así que tenemos tiempo de sobra para salir a caminar un rato y gozar de la brisa primaveral. ¿Te apetece, amigo mío?… ¡Nos sentará muy bien a los dos!– ¡Por supuesto, Majestad! Será un honor ir con usted.El consejero y el rey salieron de sus aposentos y recorrieron el largo pasillo hasta la puerta principal; después, bajaron la escalinata exterior del palacio sintiendo en sus ojos la cegadora luz del sol.– Hace un día precioso y los jardines reales lucen esplendorosos, ¿verdad, Majestad?El rey se aproximó al estanque y se paró junto a él, embelesado ante tanta hermosura.– ¡Oh sí, somos realmente afortunados! Para mí no hay mayor placer que contemplar las flores de loto meciéndose en el agua mientras disfruto del embriagador aroma a jazmín que perfuma el aire… ¿Opinas tú lo mismo, querido amigo?– Desde luego tiene usted toda la razón, mi señor. ¡Este lugar es un paraíso en la Tierra!El rey sonrío satisfecho y le dio unas palmaditas cariñosas en el hombro.– ¡Ay, viejo amigo, espero que nos queden muchos años para compartir más momentos como este!Aprovechando que el rey estaba contento y receptivo, el consejero puso en marcha su pequeño plan.– Cambiando de tema… Majestad, ayer me contaron una pequeña historia que me gustaría compartir con usted.– ¿Ah sí?… ¿Te refieres a un cuento?– Sí, es una simple fabulilla, pero creo que podría gustarle.– ¡Oh, muy bien! ¿A qué estás esperando para empezar?… ¡Soy todo oídos!Sin perder más tiempo, el consejero comenzó su relato:Érase una vez una tortuga que vivía en un lago muy bonito pero demasiado pequeño. Mientras fue chiquitita el tamaño no tuvo demasiada importancia, pero cuando se hizo mayor la falta de espacio empezó a resultarle tremendamente agobiante porque salvo nadar o hablar con sus tres vecinos peces, ahí nunca había nada interesante que hacer. Con el tiempo el aburrimiento hizo mella en su carácter y se convirtió en una tortuga atormentada que se pasaba las horas bostezando y quejándose sin parar.– ¡Qué harta
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