Me pone en su regazo en un solo movimiento, sé que va a ser un castigo severo, sobre todo por su expresión y por la seguridad de su agarre en mis muñecas. Antes de poder decir una palabra, él ya empezó a estampar su mano en mi trasero. Mi piel arde cada vez más, su mano tiene la firmeza de siempre, solo que por la fuerza de los azotes puedo notar su gran enojo. Cada golpe es más fuerte que el anterior, pero para mi sorpresa, esto es más un premio que un castigo, pues siento como empiezo a estimularme con cada azote y en lugar de gritar por dolor, lo hago de placer. -Azotame más fuerte, papi.

-Disculpe mi pregunta, pero ¿a su edad no se supone que ya debería estar casado y con hijos? -No me apetece casarme aún y si puedo ser un papi, pero diferente a lo que conoces. Trato de preguntar a qué se refiere pero me abraza por la cintura, baja su rostro hasta mi pues apenas y puedo alcanzarle el cuello sin mis zapatos, me quedo sin aire y de pronto el ruido de las olas se hacen más presentes cuando roza su nariz desde mi mejilla hasta la punta la de mía, no puedo moverme de la impresión. Sin más, se acerca y nuestros labios. Su sabor es adictivo, bastante, sabe bien como besar. El conjunto de sus ágiles labios con el sabor a menta y mi boca aún dulce por probar aquella paleta puede llevarnos al desastre. Mueve sus labios de la forma más lenta torturándome, cierro mis ojos y cuando el se separa sin dejar de abrazarme juntando nuestros pechos los abro. Me ve muy atento, sonríe mientras me aparta un poco y hace que caminemos tomados de la mano. -Hermosa Sofía, eres un sueño.

Miro atentamente sus ojos verdes que en este momento están muy obscuros por algún motivo que aún no tengo muy claro, lo más seguro es su enojo y eso hace que tenga mucho miedo. -No me mires así gatita- ve directamente mis labios y empiezo a temblar, este hombre es demasiado intimidante- papi no es malo, solo que debe castigarte si es necesario. Me voltea haciendo que quede sobre su regazo, mirando a las sabanas. -Que empiece el castigo bebé.

-Señorita, sea más educada, sino la tendré que castigar de la peor forma- dice apartando sus manos de mi. -Ah papi, por favor. -¿Por favor qué? - dice azotándome de nuevo, -Papi, tócame más por favor. El sonríe de lado y sigue haciéndolo, sus besos van cada vez más abajo hasta que me doy cuenta que empieza a desabotonar mi camisa, pongo mis manos sobre la suya pero el las toma y las lleva sobre mi cabeza. -Es momento de jugar, pequeña.