Capítulo 1

2735 Words
Estaba saliendo del salón de fotocopiado, cuando la toman por el brazo de manera brusca, asustada, busca quien es el responsable de tratarla de esa manera, pero tal fue el movimiento que todas las carpetas caen en el suelo. — ¡Aquí está, es ella! — Dice Juan Pablo dirigiéndose a su papá. — ¿Qué ocurre? Disculpe señor Pero… ¿Qué hice? —. Juan Pablo la mira de manera intensa. — Nena no vale la pena ocultarlo, ya mi padre lo sabe —. ¿Saber qué?, y ¿Por qué le decía nena?, estaba muy confundida. — ¿Entonces, es cierto?, ¿Estás saliendo con una de tus asistentes? ¡Por Dios, Juan Pablo, ¿Qué se te metió en la cabeza?, es hasta torpe mira todo este desastre! — Señalando las carpetas en el suelo — Sé, que eres un estúpido, pero nunca pensé que lo serías a tal nivel —. Su padre estaba furioso y sus palabras una vez más le hacían daño. — Pues, es lo que hay padre, si no es con ella no es con nadie —. Juan Pablo le pasó una mano por el hombro pegándola a su cuerpo y se dio cuenta de que estaba temblando. — Esta chica no encaja con nuestro círculo social, es una pobretona, siempre ten en cuenta mi apreciación hacía a ti muchacha — Dirigiéndose a ella — ¡Y por Dios, tú búscate otra, la que sea menos ella! No te casarás con ella!... Eso nunca —. Los ojos de Alejandra casi salen de sus órbitas, ¿Qué escucho?, ¿Casamiento?, Esto no puede ser. — Papá, lamento tu desilusión, pero es mi decisión, si no entonces búscate otro candidato para que se encargue de tu empresa, ten siempre presente que esto no es mi única opción, igual haga lo que haga nunca te voy a complacer —. Dice volteándose para irse, pero con Alejandra pegada a su cuerpo estaba estática y no era para menos la había metido en un gran problema. — ¿Sabes por qué nunca me vas a complacer? ¡Porque eres un inútil! —. Grito fuerte su padre y por instinto e impotencia, Alejandra no midió lo que iba a hacer, pero de un momento a otro se había zafado de los brazos de Juan Pablo y estaba a la altura del padre de este. — Disculpe que difiera y ponga en duda su pésima apreciación, hacia su hijo. Pero ese chico que está allí, vale mucho, es un excelente empresario, un líder nato, todos lo siguen, todos lo apoyan, todos menos sus padres, pero en realidad ¿Sabe, cuál es el problema en todo esto? Son ustedes que no sirven para ser padres. —. Dicho esto le da la espalda para largarse de ese lugar, pero antes el padre de Juan Pablo la toma del brazo. — ¿Y tú quién te crees para hablarme de esa manera? —. Tenía mucho miedo, ese hombre daba terror. — ¡Suéltala! No le pongas tus manos encima —. Grito Juan Pablo furioso, él solo hecho de ver que la tocaba lo lleno de furia, el hombre la empujo y no le dio tiempo retenerla, termino cayendo al suelo. — Allí deberías quedarte en el suelo, como la plebe que eres, en vez de estar metiéndote en las braguetas de este inútil, recoge todo este desastre... Y desde ya, estás despedida. — Ella realmente se sentía humillada como pudo, se levantó, Juan Pablo no la ayudo, solamente se le quedó mirando, aunque al principio la defendió, ahora no hacía nada que mirarla. Juan Pablo no sabía cuándo se le había salido todo de las manos, no pudo reaccionar después de darse cuenta de que no quería que nadie la tocara, ¿Qué le estaba pasando? Mirar como su padre trato a Alejandra, lo transportó a los pocos momentos que pasaba en casa de sus padres, donde de igual manera era humillado. Su padre se fue y él debía retirarse y recuperar su compostura. Así lo hizo dejándola allí, recogiendo las carpetas, sabía que estaba llorando, pero él no tenía nada que pudiera hacerla sentir mejor. Cuando se calmó volvió a la oficina y paso por donde ella se encontraba le dijo. — ¡A mi oficina ya! —. Ella estaba metiendo cosas en una caja. — No tengo nada de que hablar con usted. —. Sin ni siquiera levantar la vista, siguió guardando sus cosas. — Deja eso que no irás a ninguna parte —. Tomándola de la mano y arrastrándola hacia su oficina. — ¡Suélteme, ¿qué le ocurre, está loco?! —. Estaba muy molesta por todo lo que estaba pasando, no le gustaba que la utilizarán y humillaran de ninguna manera. — ¡Cuando te hablé me obedeces! —. Lleno de ira, Juan Pablo la pega a su pecho sujetándola por los brazos, Alejandra estaba que echaba candela por los ojos. — No, No lo voy a obedecer, ¿Quién se cree para tratarme así?, ni siquiera entiendo que pasa y me veo envuelta en toda esta locura, su padre abusando de su poder, me humilla y usted no hizo nada, ¿ahora debo obedecer? —. Otra vez con su lengua viperina. — ¿Dónde está la chica callada que venías demostrando todo este tipo?— Una chica que fuera sumisa si como no, pensó Juan Pablo... Obviamente, se equivocó con Alejandra, así que empleo su única carta. En vista que no hablo, él la soltó y se colocó cerca de la puerta para evitar que saliera por ella en cualquier momento. — Te diré una sola vez lo que ocurre y espero no volver a repetir todo esto. Sé realmente que estás sola en esta ciudad, que eres una chica sin recursos, que eres de pueblo y además necesita el trabajo para costearle los gastos a tu familia. O te casas conmigo bajo mis condiciones o te largas de mi empresa... Eso sí, te olvidas de que vas a conseguir trabajo, porque me encargaré de que nadie te lo dé. — Mirándola como con cada palabra ella se ponía más roja y de la impotencia estaba a punto de llorar. — ¿Es en serio?, ¿esto pasa en tu mundo?, en el mío no, es hasta tonta la situación, vienés me pones en esta situación y de paso me amenazas, estás igual que loco que tu padre. — Se ríe como si estuviera analizando la situación en voz alta. — No estoy jugando Alejandra, esto es serio. — Dice Juan Pablo Molesto, ella se estaba burlando de él. — ¡Nunca! Escúchame bien, nunca me casaré... No me casaré, Pusiste tus ojos en la chica equivocada — Con los puños apretados se encimó a Juan Pablo escupiendo cada palabra. — De verdad que tienes carácter y también eres una ilusa. Claro que esto no se ve en tu mundo, ¿sabes por qué? Porque, tu mundo no existe, son un mal necesario para la sociedad, no te equivoques, esto no es por amor, ni en sueño me enamoraría de una mujer como tú, ya existe una mujer que ocupa mi corazón, pero ahora mismo no está en este país, por lo tanto, debo improvisar con cualquiera que esté a mi alcance y como no me voy a desgastar buscado te tomo a ti.— Alejandra nunca la habían humillado de esta manera y tan seguido, si era pobre, pero nadie la había humillado tanto como él lo estaba haciendo, una lágrima baja por su mejilla y con rabia se la limpio. — Ahora sé por qué tus padres te tratan así, de verdad eres patético. — Aquello lo agarro desprevenido y por algo que no supo cómo explicar le dolieron sus palabras. — Me importa poco lo que pienses de mí y ya sabes, ve haciéndote a la idea que te casarás conmigo, ahora lárgate. — Apartándose para que saliera le señalo la puerta. — Primero muerta. — Cuando iba pasando él la sujetó del brazo. — Cuidado con lo que pides por esa boquita, no vaya a ser que la muerta sea otra. — Ella se tensó y lo miro a la cara con los ojos muy abiertos. — ¿Qué... que quieres decir... con eso?— Pregunto tartamudeando. — ¿Qué pasaría si a tu mamá no le llega los medicamentos a tiempo?, o ¿Qué tú no tengas ni para comprar el boleto de metro y no puedas comprárselos? — Dicho esto, Alejandra se soltó y lo empujo que se trastabilló no esperaba que lo atacara. — ¡No, no te metas con mi madre, eres un desgraciado! — Golpeándolo en el pecho con los puños y llorando al mismo tiempo, logro darle a Juan Pablo un golpe en la cara y varios en el pecho hasta que él la sujetó por los brazos. — ¡Basta, ya!, ¡Quédate quieta!— Grito molesto le apretó los brazos de tal manera que ella se dobló de dolor. Cuando vio que la estaba lastimando, la soltó, nunca pensó que esto llegaría tan lejos. Ella cayó al suelo llorando, estaba desesperada, él era muy cruel y sería capaz de cumplir con sus amenazas, ¿cuándo todo había cambiado tan repentinamente? — Sal de mi oficina Alejandra y ni se te ocurra comentar algo de lo que ocurrió aquí... tienes hasta mañana para decirme tu decisión, recuerda, todo lo que dije lo cumpliré. — Dando la vuelta para llegar hasta el sillón detrás del escritorio. Miro como Alejandra se levantaba temblando con su rostro bañado en lágrimas, aquellos ojos que lo hechizaron la primera vez que la vio, aquellos ojos que cada mañana buscaba para llenarse de paz. Pero eso ella no lo sabía y no lo sabrá nunca, él jamás le demostraría sus sentimientos. Alejandra salió de la oficina directo al baño donde se desahogó, lo más que pudo se limpió el rostro y salió de este directo a su escritorio, se iría a su casa, no quería estar allí. — ¿Qué te ocurre, ya te vas? No puedes te van a amonestar. — Dice Ana, su compañera de puesto. — No me importa, no quiero estar aquí. — Agarrando su cartera y su abrigo se fue dejando una Ana preocupada. Al rato suena su teléfono, era de la oficina del jefe, sus manos comenzaron a temblar que no pregunté por Alejandra, por favor. Pensó Ana. — Señor, Dígame. — Ana contestó con miedo. — Ana, dígale a Alejandra que la quiero en mi oficina ahora mismo — Ana, cerro los ojos. — Señor, Alejandra se retiró hace un rato, no se sentía bien. — Esperando que se conmoviera. — ¿Y desde cuándo las secretarias se van sin avisar? Dígale a Gustavo que venga a mi oficina ya. — Gustavo es el gerente de recursos humanos, Alejandra estaba en problemas. — Ya le informo, señor. — Colgando se dispuso a llamar a recursos humanos. Al poco tiempo vio venir al gerente con una carpeta en la mano y paso sin ser anunciado tocando antes de entrar. — Adelante. — Juan Pablo estaba molesto, ella creía que él estaba jugando. — ¿Cómo estás, Juan Pablo?— Pregunta Gustavo, eran de la misma edad y tenían confianza. — ¿Desde cuándo las empleadas se van sin avisar?— Con la frente fruncida, Gustavo niega confundido. — Nunca se van sin avisar que te ocurre, ¿y por qué estás tan molesto?, además ¿Qué fue todo ese escándalo con tu padre y Alejandra?— Y era cierto todas las empleadas esperaban su turno para irse y avisaban antes por si se les necesitaba para horas extras. — ¡Pues quiero que mañana me despidas a Alejandra Bustamante por abandono de trabajo! Y lo que ocurrió afuera, quiero que le quede claro a todos los empleados que pudieron presenciarlo, que lo borren de su memoria, no quiero ningún tipo de comentarios, ¿entendido? — Agarrando la carpeta que había estado buscando, su perfil curricular Licenciatura en administración de empresas tenía su dirección así que la tomo y la anoto en un papel, Le haría una visita. — ¿No crees que exageras?, a lo mejor se le presentó una urgencia, no hay que ser tan tajante, de hecho tú no eres así, ¿Por qué tan radical con esta chica?— Pregunto Gustavo no la quería despedir, era una de las mejores y además le gustaba mucho. — Quita esa cara de bobo Gustavo ni lo pienses siquiera, ella no será para ti— Abriendo los ojos como platos, Gustavo se le quedó mirando... — ¿Por qué no? Está sola, además, es muy bonita. — Sinceramente, eso era lo que Gustavo la consideraba así y si le gustaba y mucho. Juan Pablo lo mira con cara de pocos amigos, algo entre ellos era imposible porque él se casaría con ella, ya eso estaba decidido. — Ya te lo dije, ni te emociones, ella está comprometida, lo que ocurre es que nadie lo sabe. — Gustavo se le queda mirando con curiosidad — ¿De dónde sacas que ella está comprometida?, que yo sepa, no anda con nadie. — Seguramente porque su compromiso aún no ha salido a la luz, pero era algo que no iba a discutir con él, además tenía que seguir presionando a la mencionada. — No te llame para que habláramos de su vida privada, sino para que mañana la despidas no la quiero aquí. — La cara de enojo de Gustavo era totalmente visible. — La chica es buena, Juan Pablo, por lo menos déjame amonestarla, además puede demandarnos. — Guillermo se ríe a carcajada. — Por Dios Gustavo, porque discutes mis decisiones, no me interesa si demanda o no, quiero que hagas lo que te pido, ¿es muy difícil? — Ya no quería seguir hablando de ella, por eso se estaba expresando de esa manera. — ¿Qué carajo te ocurre Juan Pablo?, ¿Por qué te expresas así?, ¡Te desconozco! — Levantándose para irse, ya no quería seguir hablando con él. — Solo haz lo que te digo, para eso te pago, no para que me psicoanalices — Volviendo su atención al perfil de Alejandra. — Ojalá y no te arrepientas de este atropello, pero que se puede esperar de un pobre niño rico — Dice Gustavo y le da su última estocada. — ¡No abuses de la confianza, Gustavo! Porque igual puedo sustituirte a ti también... a mí no me vuelvas a hablar de esa manera, ¿quedó claro? — Le grito con los puños en el escritorio y su cuerpo echado hacia adelante, Juan Pablo se controla para no caerle encima a su amigo. — Como ordene jefe con su permiso — Se va, dejándolo hecho una furia, esa mocosa le había dañado el día de principio a fin... O fue al revés. Decidió irse a su departamento, estaba cansado no de trabajar, sino de sentir tantas emociones encontradas el día de hoy, cuando llego dejo su maletín en la mesa de la entrada y se acostó en el sofá, la había hecho llorar, su padre la humilló, la estaba obligando hacer algo que no quería y eso lo hacía sentir mal. Cuando la vio salir del cuarto de fotocopiado, fue como si viera su salvación, su padre lo estaba presionando y dándole un ultimátum y él no se dejaría pisotear con su padre. Ella lo ayudaría y él la ayudaría a tener mejor vida, que irónico planteado así hasta ella hubiese aceptado, pero decidió el camino difícil, el que siempre toma para que la gente no llegue su corazón. Por su parte, Alejandra había pasado toda la tarde llorando, por todo lo que le había ocurrido, no quería casarse y menos de esa manera, ¿Por qué, él tuvo que fijarse justamente así de ella?, ¿Por qué no de otra que estuviese encantada de aceptar ese acuerdo? Acuerdo, era una palabra bonita, eso era arbitrario, él era cruel, tenía tanto miedo que no quería ir a la empresa el día siguiente, de algo estaba segura, no se casaría y menos con él. Ese fue su último pensamiento antes de quedarse dormida, cansada de tanto llorar. AYUDAME SIGUIENDO Y VOTANDO POR MI HISTORIA
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