2.Primer día de descanso

2228 Words
El día comienza con la visita del doctor, explicando la lesión que tuve en el hombro, efectivamente como dijo Gio, no es grave, pero tengo que mantenerlo inmóvil al menos por dos semanas, por suerte me dejó salir hoy mismo del hospital ya que los otros golpes solo son superficiales. Me cambio con la ropa que me trajo Andreina, quien por cierto ayer se fue bastante tarde, me hizo reír mucho con las anécdotas que me contó y me agradó bastante tratarla un poco más, no sé si tanto como para invitarla a salir, pero ya veremos. —Buenos días —saluda August, entrando a la habitación—. Siento no haber venido antes, pero… —Lo sé —interrumpo—. Andreina me contó lo de mi muñequita, ¿cómo está? —Mejor, pero no quiere separarse de su mamá —explica—. ¿Ya estás listo para irnos? —Sí, tengo unas vacaciones obligadas por delante —finjo entusiasmo y se ríe. —¿Qué tal la visita de Andreina? —interroga, mientras caminamos al coche. —Fue planeada, ¿verdad? —Ya conoces a tu hermana —se encoge de hombros—. Aunque estoy de acuerdo en que es una buena chica. —Por esa misma razón no la he invitado a salir. —Bueno, en eso te apoyo, si no estás seguro, mejor no lastimarla. —Exacto —afirmo—. Y dejen de presionarme, estoy feliz soltero. —Podrías intentar algo con ella, qué tal y resulta algo inesperado. —August, cada vez te escuchas más como Giovanna —replico y se ríe. —La convivencia —se justifica—. Pero piénsalo —sugiere. Nos subimos al coche y conduce, antes de que pueda imaginar llegamos al apartamento y me bajo. —¿Necesitas ayuda con algo? —pregunta August. —No, estaré bien. —Creo que Giovanna vendrá más tarde. —La llamaré para que no lo haga, es mejor que se quede cuidado de mi muñequita. —Dudo que te haga caso, pero inténtalo —sugiere—. Me voy, tengo una reunión con Ethan. —Gracias, August. Se va y subo a mi apartamento, entro y me dejo caer en el sofá, miro a mi alrededor pensando en qué hacer durante estas vacaciones forzadas y ya me siento aburrido. Al llegar a vivir a Portland, Giovanna me propuso vivir con ellos en la casa que era de nuestros padres, pero me negué, siempre he pensado que una pareja necesita tener su privacidad y preferí buscar un apartamento, con su ayuda, logramos encontrar este cerca de la estación a la que fui trasladado y no dudé en comprarlo. Es el penthouse, tiene dos habitaciones, cada una con su baño, gimnasio, oficina, cocina amplia y bien equipada, sala y comedor en espacio abierto con enormes ventanales, y lo que más me gustó, la terraza con una vista envidiable de la ciudad, me lo entregaron con muebles y un diseño minimalista en color café y beige, no paso mucho tiempo aquí, pero es perfecto para mí. Dejo la maleta con mi ropa en la habitación y salgo a la terraza, el día está nublado igual que mis ánimos, sin más por hacer, me recuesto en uno de los camastros y me quedo algunas horas ahí, sin ganas de nada. Escucho el timbre y recuerdo que olvidé por completo llamar a Giovanna para avisarle que no viniera, por lo que sin más remedio voy a abrir la puerta. —Gio, no… —me quedo en silencio sorprendido, al encontrarme con Asher, Hanna, Ethan, Gema, Toni, Ada, Trent, Monica y la pequeña Ximena. —Bemy —intenta decir mi nombre y me abraza. —Esto sí que es una sorpresa, ya sabes decir mi nombre, muñequita —digo devolviéndole el abrazo. —No te emociones, apenas lo empezó a decir hoy —le quita importancia Ethan, haciéndome reír. —Te trajimos comida —señala Ada varias bolsas que trae Toni. —No debieron molestarse —expreso saludándolos a todos—. Pasen por favor. —Pensé que tenías una reunión con August —le menciono a Ethan. —Sí, la tuvimos, pero terminamos rápido —explica—. Le comenté que vendríamos a visitarte. —Queríamos ir a verte al hospital, pero Ash nos dijo que no era buena idea —aclara Gema—. ¿Cómo te sientes? —Castigado —contesto y Asher se carcajea. —En esta ocasión, apoyo a mi esposo —interviene Hanna—. Debes descansar. —Sí, hasta Sean me dio la razón —rebate Asher. —¿Sean no es ginecólogo? —cuestiono frunciendo el ceño, al imaginar a Asher consultando con él mi accidente. —Sí —responde Monica—. Pero tiene toda la razón. —¿Vinieron a apoyarme o a regañarme? —indago haciéndolos reír y la pequeña Ximena vuelve a acercarse para abrazarme. —¿Aquí? —señala mi brazo haciendo un puchero. —No, muñequita, no me duele —respondo imaginando lo que me está preguntando y asiente—. Al menos ella si es sincera con su preocupación —menciono y se ríen. —Deja de quejarte y vamos a comer —presiona Asher—. No desayuné. —Que raro —vocifero exagerado—. Asher Souza con hambre. Las chicas ya tienen todo sobre la mesa, conocen el apartamento ya que hemos tenido otras reuniones en las que también está mi hermana y August. —Ya hablando en serio, Belamy —me señala Trent, al sentarnos—. Asher tiene razón en dejarte descansar unas semanas más, nos contó el accidente y saliste bien librado de milagro. —Lo sé, pero, ¿qué haré cinco semanas en casa? —inquiero. —¿Y si te vas de viaje? —sugiere Toni. —Tendría que preguntarle al doctor —interviene Monica—. Pero es una buena idea. —O podrías ayudar a August con los negocios —propone Ethan—. Aunque también sería una gran oportunidad para que buscaras novia. —Gracias por sus sugerencias, les aseguro que ya encontraré qué hacer —afirmo, imaginándome en la estación mañana mismo. —Todo lo que quieras, menos ir a la estación —advierte Asher como si hubiese leído mi mente. Estamos terminando de comer cuando suena el timbre, me pongo de pie para abrir y Gio viene llegando con mi sobrina. —Lo siento —se disculpa—. No me fue posible venir antes. —¡Tiyo! —exclama Georgia al verme y me abraza. —Hola, mi muñequita —la abrazo—. ¿Estás mejor? —le pregunto y asiente. —¡Gigi! —grita Ximena emocionada al verla. Apenas la suelto y se abrazan, su felicidad es tan evidente que nos hacen reír a todos. —Ya las puedo imaginar rompiendo corazones cuando sean grandes —expreso divertido. —Menos mal que falta mucho tiempo para eso —resopla Ethan, haciéndonos reír—. Apenas si puedo soportar que a mi pequeña le brillen los ojos cuando te ve y ahora hasta se sabe tu nombre —bufa y las estruendosas carcajadas a nuestro alrededor no se hacen esperar. Vuelvo mi atención a las niñas que ya están entretenidas con algunos juguetes que trajo Georgia. Son tan diferentes, pero sin duda parecen unas muñequitas. Ximena es rubia con su madre y tiene los ojos claros como su padre, en cambio Georgia, tiene el cabello n***o como su padre y los ojos color verde como los míos, aunque Giovanna y yo nos parecemos, ella tiene los ojos color miel, ambos tenemos el cabello castaño claro y la piel clara. Giovanna se acerca para saludarlos formalmente. —Acompáñanos a comer —le pide Ada pasándole un plato. —Diría que no tengo hambre, pero todo se ve delicioso —suspira y se sienta. —Estamos tratando de convencer a Belamy para que viaje o se ocupe en algo estas semanas de descanso —explica Ethan. —Lo del viaje me parece una buena idea, podrías volver a Florida y visitar a tus ex compañeros —sugiere Gio. —Lo pensaré —les digo intentando cambiar de tema. —¿Ya saben que van a tener? —le pregunta Gio a Gema, ya que unos días después de la boda de Toni, nos dieron la noticia de que serán padres nuevamente. —No, aunque la doctora nos preguntó si queríamos saber por una prueba de sangre, decidimos que vamos a esperar al siguiente ultrasonido, a ver si se deja ver, por suerte ya no falta mucho —contesta acariciando su vientre que apenas si se nota. —Georgia es demasiado inquieta, por esa razón aún no me animo a darle un hermanito o hermanita —suspira Giovanna—. Además con los problemas que tengo en la agencia, estoy muy desanimada. —¿Hay algo que se pueda hacer? —indaga Monica—. Si puedo ayudarte en algo, cuenta conmigo. —Gracias, pero creéme que hasta yo soy consciente de que no podré sostenerla por mucho tiempo más —responde con tristeza—. Necesito un milagro para sacarla adelante. Nos quedamos conversando por unas horas más y se despiden cuando llegan mis compañeros de la estación con más comida. Viene Ivonne, la única mujer del grupo y una excelente cocinera, Boyco el gigante del grupo, tiene un tamaño que a cualquiera impone, José el cerebrito y Axel, el más joven de todos. —De verdad que cuando te vi en el suelo con esos escombros cubriéndote la espalda, quería golpearte —farfulla Ivonne, preparando la mesa. —Lo siento —respondo. —Asher estaba furioso —recuerda José. —Lo sé, extendió mi descanso por dos semanas más, sabe que es el peor castigo —resoplo. —Mejor agradece que solo fueron dos semanas —agrega Axel. —Si yo fuera el capitán, te descansaría seis meses —se burla Boyco—. Por idiota. —Menos mal que no lo eres —rebato y se ríe. —Pero ya hablando en serio —aclara Ivonne—. Intenta descansar, disfruta tu precioso penthouse, relájate y visita a tu hermana. —Sí, tienen razón, intentaré ocuparme en algo —expreso con resignación. Después de cenar, recogen la cocina y se despiden. No me puedo quejar, tengo grandes amigos que se preocupan por mí y eso se agradece demasiado. Me pongo el pijama, tomó el medicamento para el dolor, ya que el hombro me ha molestado todo el día y me voy a descansar. Estando en la cama me pongo a pensar en que la mayoría de mis amigos están casados, con relaciones estables y son felices, hay ocasiones en las que sí anhelo tener esa complicidad en pareja y sobre todo el amor incondicional que parecen tener, pero siento que no he logrado una conexión especial con nadie, tal vez me hace falta darle una oportunidad a una relación más estable, pero soy consciente de que no a muchas mujeres les gusta el tipo de trabajo que hago, además del peligro que se corre, tenemos horarios algo intensos y no siempre es algo bueno, así que por ahora seguiré soltero. Doy vueltas en la cama, hasta que logro acomodarme y me dejo llevar por el sueño. Despierto en medio de la noche con la boca seca, me siento acalorado y el dolor en el hombro continúa, me levanto para ir a la cocina, tomo un vaso con agua y un analgésico. La noche está lluviosa, por lo que decido salir a la terraza para disfrutar de la brisa de la lluvia en mi cara y eso ayuda a calmar mi malestar, unos minutos después, me siento mejor y vuelvo a la cama. Escucho mi teléfono timbrar, abro los ojos para revisarlo y veo que es una llamada de Gio. —Hola —saludo somnoliento. —Por fin contestas, me tenías preocupada —vocifera—. Te he estado llamando desde temprano. —Estaba dormido, no pasé buena noche. —¿Te sientes mal? ¿Quieres que vaya? —inquiere preocupada. —No, estoy bien —la tranquilizo—. Solo necesitaba dormir. —¿Puedes venir a la oficina? —pide—. Me gustaría hablar contigo. —¿Ahora? —Sí, ven y te invito a comer en el restaurante que tanto te gusta. —Está bien, me doy una ducha y salgo para allá —respondo. —Gracias, aquí te espero. Cuelgo y me remuevo en la cama, siento el cuerpo dolorido y no estoy de ánimo para nada. Voy directo a la ducha, me quedo ahí por varios minutos y al salir, me cambio para volver a ponerme el cabestrillo inmovilizando mi hombro, ya que no quiero forzarlo y quedarme descansando por más tiempo. El doctor me recomendó no conducir al menos por dos semanas y no me queda otra opción más que tomar un Uber. Bajo para esperarlo y el día continúa nublado como mis ánimos, es muy raro que me sienta de mal humor y hoy es uno de esos días en que no me soporto ni solo. Solo llevo dos días de descanso y ya siento que me voy a volver loco, y lo peor de todo, es que esto apenas está comenzando.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD