El odio de Amar.

CAPITULO UNO. “PRIMER ENCUENTRO”. Dicen que del amor al odio hay un solo paso… Esta historia no comienza como cualquier otra, “amor” no fue el primer sentimiento que tuve hacia ella. Esta historia trata sobre el más profundo y arraigado odio, el cual nace luego de que una persona aparezca en tu vida tan solo para arruinarla. Ella provocaba el más cruel resentimiento en mi interior, tenerla de frente era sentir miles de emociones, de las cuales ninguna era buena. Mis venas ardían y mi cuerpo se encendía de ira con su presencia, mis pensamientos rondaban en las peores venganzas que podría llegar a provocarle y su dolor era mi único placer. Mi historia con Ruby estaba muy alejada de un romance, y aun así íbamos a casarnos. Estaba obligado a ser esposo de alguien que despreciaba. Estaba obligado a simular ser el padre de mi hermanastro, al desposar a la amante embarazada de mi padre. ¿Es posible llegar a enamorarme de ella luego de haberla odiado tanto?. ¿Cuál es la distancia que divide el odio del amor?. NARRA TESEO. Estacioné mi vehículo y apagué la radio. Habitualmente llegaba muy temprano al trabajo, y es por eso que siempre se encontraba vacío, eso era lo más me gustaba de este horario. Cuando bajé del coche me sorprendí al notar que había otro vehículo estacionado a unos metros de mí, este sector generalmente era utilizado para cierta área del edificio y era la primera vez que veía a otro trabajador llegar tan temprano como yo. Comencé a caminar rápidamente, por el hecho de que en mi mente tenía esté tonto juego de llegar primero, vi el ascensor a unos escasos metros de mí, no estaba muy lejos de él y aquello me alegró. Del vehículo bajó una mujer, de cabello castaño y bonitas curvas, demasiada llamativa para mi gusto, sin embargo, atrajo toda mi atención en el instante en que sus ojos se posaron sobre los míos, no podía ver el color de ellos, pero aun así distinguía su brillo, como si esté resaltará en alevosía. De la puerta del conductor un joven se bajó y rápidamente la enfrentó, ambos parecían tener una especie de pelea de pareja. Nunca fui alguien chismoso, pero ellos atraían mi atención casi por inercia. El sonido de mi teléfono me quitó del trance en el que me encontraba y rápidamente llevé mi atención a la llamada que me estaba ingresando. –Amada madre –bromeé oyendo su risita de fondo. –Ay Teseo, si sigues llamándome así la próxima vez me internarán por exceso de dulzura – contestó ella. –Lo siento madre, pero sabes bien que nunca soy así con nadie y mi doctor me recomendó que comience a ejercer esa faceta dulce, o me internará a mí por ser jodidamente serio –comenté volviendo mi atención a la pareja, ahora mismo el muchacho parecía estar retándola, ya que ella traía su mirada baja mientras él le hablaba con su dedo índice levantado. La mujer que parecía tan fuerte ante mis ojos, ahora mismo se veía completamente diferente. Moví mi cabeza de lado a lado negando. ¡Qué débil!, jamás permitiría que alguien se crea tan superior a mí como para hablarme de ese modo y no comprendía cómo algunos podían tolerarlo. Esa era una de las principales causas que me alejaban de caer en las redes del engaño más grande de la historia de la humanidad, “el amor”. –Podrías conseguirte finalmente una novia, y con ella descargar la dulzura –bromeó mi madre. –¿Quién dice que no la tengo? –pregunté apretando el botón del ascensor. Ahora mismo se encontraba en el piso 28, por lo que pude ver. –Maldición –susurré sabiendo que tardaría mucho más de lo deseado. – No puedo creer lo que acabas de decir, ¡Esa es una increíble noticia!, háblame de ella–comenzó a decir, pero la interrumpí. –¡Una increíble noticia seria que me digas que el cáncer desapareció! –respondí rápidamente sin pensarlo. –Que tenga novia o no, es algo banal. Necesito una compañera que me espere con la cena y alguien que esté allí para que le cuente cómo me fue con el contrato con los “All Blue” esta tarde, pero no más que para eso–afirmé mientras oía su suspiro. –El amor no es necesario, madre. La salud, el trabajo y el dinero si lo son. El día que encuentre una mujer que esté a mi altura, supliré todas sus necesidades y obviamente esperaré recibir lo mismo a cambio, ¿qué sentido tendría estar en pareja si no? –explique. –No tienes idea cuánto me apena oírte hablar de esa manera –contestó dolida. –Temo irme de este mundo sin ver que mi pequeño se enamore verdaderamente, y no que tomé aquello como una tarea, la cual cumplir –insistió. Alejé el teléfono de mi rostro y suspiré mientras ella continuaba hablando. –Paciencia – susurré diciéndome a mí mismo aquellas palabras, este tema no era de mi agrado, a decir verdad me irritaba perder tiempo hablando del amor, puesto que sentía que todo el mundo le daba demasiada importancia a tal estupidez, la cual no era vital ante mis ojos. –Aún falta mucho para que te vayas de este mundo, tengo tiempo para mejorar ese sector de mi vida, además ya estoy encargándome de que tengas una nuera para tu felicidad, solo eso diré al respecto –dije. –¿Conseguirás una novia solo para que te deje de fastidiar? –preguntó mientras el ascensor había llegado finalmente frente a mí. –No podría haberlo dicho mejor, Ana –contesté dulcemente. –Además, antes de conseguir novia, debo encontrar una secretaría –dije cambiando el tema, de otra manera ella daría vueltas y vueltas en la misma conversación, con la que siempre me castiga, hasta por supuesto sacarme de quicio. –¿Qué pasó con Camila? –preguntó –Y no me digas Ana. Sabes que no me gusta que me llames así– reprocho divertida. –Te lo ganaste por preguntona –dije ingresando al ascensor y apretando el botón 52. Las puertas estaban a punto de cerrar cuando una mano lo detuvo, logrando así que nuevamente se abrieran. –Lo siento –susurro la misma mujer del estacionamiento. Ingresó y nuevamente las puertas se cerraron, oí a mi madre de fondo, pero ahora mismo traía el teléfono inclinado hacia un costado de mi oreja, ya que mi atención estaba puesta en quien estaba frente a mí. Anteriormente, no la había visto en detalle como ahora, y debo reconocer que era aún más bonita de lo que creía. Es irónico el hecho de que en ese momento aún éramos dos extraños, y hubiera deseado que permaneciéramos de esa manera, pero nuestros deseos no siempre se cumplen y junto a mí se encontraba la primera mujer que sería capaz de provocarme el peor de los dolores y al mismo tiempo sacarme las mejores sonrisas. A mi lado se encontraba la futura dueña de mi corazón y la culpable de mi ruina.